Un turismo con menos turistas
Lunes, 19 Octubre 2020 12:29

Un turismo con menos turistas

Solo un balón de oxígeno en la campaña de Navidad podría salvar a miles de comercios, bares y restaurantes del cierre definitivo a partir de enero. Pero, a la espera de como evolucione la pandemia, las previsiones de las empresas son cada vez más pesimistas y todo apunta a que, lejos de lograr la ansiada recuperación, tanto los comercios como la hostelería se enfrentan a una debacle sin precedentes, con una masiva destrucción de empleo. Salvo que se produzca un milagro, se espera el cierre de hasta 250.000 comercios y más de 80.000 bares y restaurantes, lo que pone en peligro en total más de un millón y medio de empleos. El economista.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (El dólar “blue” hoy llegó a $ 182, con “Cepo Blue” a la venta, no todos vendían. Se pagó hasta $ 175.)

Es común oír entre la gente del mundo del turismo que “hay que acostumbrarse a la nueva normalidad”.

La verdad sea dicha, “la normalidad” no es ni nueva ni vieja, es lo habitual, lo que suele ocurrir. No hay un derecho a “la normalidad", más bien existe una obligación que es la de adaptarse a cada “normalidad”, sabiendo que como lo decía Heráclito de Éfeso, nunca viviremos en la misma “normalidad”. Diría que saber vivir la “normalidad” consiste más que nada en saber adaptarse a los cambios de la “normalidad”. Dicho en muy pocas palabras. “Lo normal es cambiar y cambiar es lo normal”. Lo anormal es no cambiar.

Cuando intento explicar esto en conversaciones privadas me miran como si viviera en una irrealidad, como su fuera distópico. En verdad esta palabra no existe, debería decir como si hablara de una distopía o describiera una aporía.

Obvio, no debería causar alegría decir que cerrarán 250 mil comercios y 80 mil bares, en verdad cerrarán 330 mil comercios, no le veo sentido a la distinción, como si los bares fueran entidades de bien público.

Admitamos, los hotels, los bares, las empresas de aviación, los servicios turísticos, son actividades comerciales y económicas, son negocios de riesgo, les puede ir bien o mal, pero ninguna de ellos tiene privilegios o derechos a una protección del Estado, como no la tienen los fabricantes de escarbadientes, los tintoreros o los profesionales. En la medicina ni entre los sepultureros, no hay un seguro contra una epidemia de salud, para dar un ejemplo que, por lo exagerado, no deja de ser ilustrativo.

El Covid, si lo aceptamos como “pandemia¨” al solo efecto de esta nota, podría tener el mismo efecto que en un lugar de playa haya un mes completo de mal tiempo y ante tal hecho meteorológico no concurra un solo turista, ¿toda la industria del lugar le pediría un subsidio al Estado o una exención fiscal…?

Como decía una vieja publicidad de un vino, “en la vida pasan cosas, muchas de ellas con Crespi seco" (era la marca que se promocionaba). Pues bien, nos pasan cosas que tienen diversos efectos, para unos mejores y para otros peores.

Lo que quiero decir es que hay que ir de frente a los hechos, la “nueva normalidad” será que habrá menos turistas y menos pasajeros para los aeroplanos. Pues bien, quienes tenían un bar tendrán que pensar en un emprendimiento diferente, no hay una obligación para ser barman de por vida. Quienes deban cerrar un hotel, podrían ofrecerlo en alquiler de oficinas o viviendas, o bien vender la demolición, pero me pregunto por qué el estado debería garantizarles la subsistencia si la demanda baja …

El hecho parece ser que el turismo disminuirá sustancialmente, no sabemos si será el 10, el 20 o 70%. Ese es un a acertijo que deberá ponderar cada uno, probablemente acertarán los que sigan y los que cierren, seguramente perderán los que sólo esperen…y en este segmento incluso a unos pocos les podría ir bien, vendrían a ser los que llamaríamos los “suertudos”.

En tono irónico la vez pasada un especialista en estadística me decía, "mirá lo que son las cosas, hacer régimen engorda porque sólo hacen dieta los gordos…”

Alguien dijo, “cuando todos venden yo compro, y al revés cuando todos compran yo vendo” y otro “alguien” agregó, “si los mercados fueran eficientes yo sería mendigo”.

Les pido disculpas a mis amigos agentes, a las líneas aéreas, a los “botones” de los “Grand Hotel” y al sector turístico.

Todo no es más que una cuestión de volumen y de saber leer la realidad, que es la que nos dice dónde estamos parados. Claro, la lectura no es fácil y la tentación grande.

Con relación al copete, nos causa tristeza que se cierren 330 mil comercios, pero algo de culpa tenemos…aunque más no sea por seguir la corriente…

Hace unos años, allá por los setenta (del siglo pasado) recuerdo que un inversor que era cliente de nuestro estudio en San Carlos de Bariloche, me decía "ahora que habrá turismo todo el año es momento para construir hoteles". Yo me lo quedé mirando y le dije. “Mira, hoy día la ocupación promedio anual es del 25%, pasa que, en enero y febrero, pasa al 75/80% y en julio quizás llegué al 90% y el resto del tiempo…  En todo caso apuntá a un segmento especifico. Asi fue como nació un proyecto para un sector de altos ingresos, filtrado ese proyecto, se llegó a esta conclusión, no había mercado para mantener un hotel de ese estilo con una ocupación anual promedio del 60% que sería su punto de equilibrio.

Si mal no recuerdo el proyecto cayó en otras manos y al poco tiempo de su apertura, debió cerrar.

Quien vio la cosa fue Willy Reynal. La cosa viene para la clase media, media… ese segmento comenzó a mejorar la ocupación promedio anual y a bajar los precios, los viajes se centralizaban en las épocas de baja temporada que también tiene su encanto, por ejemplo, setiembre y octubre o marzo y abril.

En la vida nos pasan cosas diferentes, esa es la real normalidad….

Portal de América

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