El turismo y el transporte aéreo, víctimas de las absurdas cuarentenas
Lunes, 14 Septiembre 2020 12:20

El turismo y el transporte aéreo, víctimas de las absurdas cuarentenas

“No creemos que sea viable tener este tipo de cierre, apertura y cierre drásticos. No se pueden abrir y cerrar escuelas. Y probablemente tampoco puedas abrir y cerrar restaurantes y cosas así muchas veces. Una o dos veces, sí, pero luego la gente se cansará mucho y las empresas sufrirán más que si las cierras por completo”. Anders Tegnell.

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por Luis alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (poco a poco la cuarentena nos está desnudando en nuestros vicios y errores, y muchos empezamos a tomar conciencia que no conformamos un país atractivo, los inversores se retiran y los que pueden comienzan a emigrar, mientras el gobierno se encarga de ir resquebrajando la República como institución)

Anders Tegnell está a cargo de la Agencia Sueca de Salud. En ese país no hay Ministerio y su política fue la de pensar que no se trata de buscar soluciones rápidas, sino un sistema de largo plazo para pasar muchos años conviviendo con la enfermedad, donde tiene un peso específico la inmunidad que va adquiriendo la comunidad.

Más allá de los buenos resultados que tiene Suecia durante este verano, comparando con otros países de Europa y del mundo, lo que me interesa rescatar es esa idea de “convivir con la peste” que pienso es lo más razonable que he escuchado.

Hay en esto una filosofía de vida, debemos admitir nuestra finitud, somos mortales. Asi como no será posible eliminar el mal, no hay cuarentena posible contra ese valor negativo, si vale la expresión. Tampoco será posible evitar el envejecimiento celular, la existencia de nuevas enfermedades así como otras se han eliminado, ya que nadie puede garantizar una supuesta eternidad, como intentan hacerlo creer los populismos que pretenden dominar la escena política, cuyos casos más expresivos, son Argentina, España, Hungría, Turquía, aunque mantienen las formas institucionales, solo las formas y hasta ahí….

El populismo ofrece lo imposible, por eso cautiva durante un tiempo a algunos.

Con esto de “la peste” ha quedado demostrado cómo se puede administrar el miedo entre millones de personas y de ese modo provocar comportamientos económicos que debilitan a las sociedades.

Algún día sabremos quienes fueron los ganadores y perdedores de esta “peste”.

Se ha causado una crisis o una destrucción económica que alcanza su máxima expresión en las actividades vinculadas con lo bueno de la vida, como es la actividad del “ocio”, que se refiere al turismo sustentable en todo sentido y al transporte aéreo.

Se fragilizó la amistad entre los países y las diferentes sociedades, elemento esencial para el turismo y los viajes, lo que ha dinamitado el mercado del sector.

La Amistad social se debilitó bajo dos argumentos, los supuestos destinos seguros o burbujas versus los destinos riesgosos.

Si nos pusiéramos a pensar es un falso dilema, ya que el tráfico entre dos destinos “seguros” no es garantía de “inmunidad” si asumimos que el riesgo de contagio existe donde se puede reunir mucha gente.

En cuanto al tráfico entre países riesgosos, siempre referidos a la “peste”, no hay certezas que los contagios se multipliquen, en todo caso lo que hay que controlar es el flujo de enfermos, pero de ningún modo cerrar las fronteras.

Si fuéramos racionales lo que habría que regular son los volúmenes de tráfico, sin perjuicio de fijar una política común de controles sanitarios, no sólo del Covid.

Está claro que la cuarentena generalizada no sirve. A lo sumo se debiera aislar a los enfermos, ya que esto de la “peste” parece ser más una cuestión de diagnósticos positivos que de enfermos, como piensa el epidemiólogo Antoine Flahault del Instituto Global de la Salud, en Ginebra.

En varios países y en especial en Argentina esta cuestión de la “peste” se ha politizado, lo que impidió proponer una política a su respecto.

Al politizarse, se generó una falsa alternativa “salud/vida” o "muerte”, como si estuviéramos discutiendo sobre una posible eternidad.

Habrá que convivir con la peste y sobre todo apelar a la responsabilidad personal de cada uno, de saber cuidarse, pero no de enterrarse en vida, como si una catalepsia fuera el medio para la sanación.

Mientras la cuestión se politice, lo que significa maltratarla, nos seguiremos hundiendo no ya en lo que los economistas llaman “costos hundidos”, sino más bien en pérdidas irreparables.

Reitero, se debería fijar políticas para administrar flujos, por ejemplo, limitar las capacidades a un por ciento de ocupación de hoteles, lugares de comidas, servicios, concientizar a la población sobre su propia responsabilidad, dejar de macanear con el supuesto cuidado de los gobiernos o de los estados, lo que no es más que una mala demagogia, además de mal gusto.

Aún no sabemos cuál será la efectividad de la vacuna y la duración de la eventual inmunidad. Asi como convivimos con la gripe, enfermedad contagiosa que es causa de muertes también, deberemos convivir con la “peste” en vez de “conmorir” como es el régimen de la inútil y perversa cuarentena.

Obvio, esta propuesta de administrar los flujos tendrá su costo, limitará la oferta al disminuirla y la demanda, ésta incluso por razones económicas. La escasez tiene un costo y un precio, según del lado que la miremos

Una vez más nada es gratis en la vida y puede ser que vivir pase a ser más costoso, pero esto ya es otro tema….

Portal de América

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