por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (En cuarentena de la que no se sabe salir, además cuarentena gestual (sic))
Es probable que este economista y escritor chileno no haya pensado en la Argentina ni en Latam, más bien diría que expuso un rumbo al que parecería se encamina el mundo o una parte.
EEUU, por ejemplo, se ha plantado en una posición de administrar su comercio exterior haciendo uso de la política arancelaria, y en estos días de Covid repartiendo fondos para mitigar las consecuencias de, por ejemplo, la disminución del transporte aéreo, por el cierre de fronteras, cuarentenas y por la pérdida de ingresos de una parte de la población.
En la Argentina se estima que un 60% de la población tendrá que dedicarse a pagar las deudas acumuladas durante estos 102 días, y serán muchos más con diversos tonos de tolerancia o intolerancia, según las curvas, picos, mesetas que se divulgan.
Lo cierto es que la cuarentena no marcha bien, ya que los casos van en aumento y se teme que el pico sea más elevado de lo que se creía.
Por otra parte esta “centenaria cuarentena” está terminando de destrozar un sistema económico que ya venía bastante averiado. Y basta con un dato, el nivel de inversión actual que registra la Argentina está casi un 20% por debajo del nivel de 2012.
Ahora la economía argentina se desplomó un 26,4% interanual en abril, en lo que representa la caída de la actividad más importante en la historia, según nos contaba el diario La Nación.
Esta centenaria cuarentena también es una pésima decisión económica según lo dicho en el párrafo anterior, cuyas consecuencias aún no se pueden mensurar, pero lo cierto es que nos dejará con la mitad de la población en estado de pobreza. Muchos pobres caerán en la indigencia y para un segmento de la población el futuro se presenta como un infierno, es decir sin esperanzas.
¿Fue el Covid el hecho que tuvo en cuenta la dirección de LATAM para irse de nuestro cabotaje?
Veamos qué decía Rosario Algelt a su personal explicando la decisión de suspender en el país los vuelos locales: “Como hablamos en muchísimas oportunidades en los últimos años, nuestro gran desafío en Argentina siempre fue conseguir la sustentabilidad de las operaciones, para lo cual resultaba imprescindible acordar nuevas dinámicas en materia de productividad, competitividad y eficiencia. Sin embargo, cada iniciativa asociada a estos objetivos fue consistentemente resistida, lo que, en conjunción con un contexto macro cada vez más desafiante, impidió la ejecución de los cambios estructurales necesarios para garantizar nuestra continuidad. La pandemia COVID-19 y su dramático impacto en la industria determinó, naturalmente, que esta delicada situación ya resultara irreversible.”
A su vez, su Ceo Roberto Alvo declaró, según el portal Reportur “…Latam Airlines oficializa ante la Corte de EEUU US$ 900 millones de Qatar Airways y familias Cueto y Amaro, sus accionistas mayoritarios, los cuales se habían comprometido al momento de solicitar acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras. “Dado que hasta el momento las empresas del grupo que forman parte de la reorganización no han accedido al apoyo estatal, a diferencia de lo que ha ocurrido en gran parte del resto del mundo, el compromiso de dos de los principales accionistas ha sido fundamental para dar continuidad operacional y para acceder a otras fuentes de financiamiento”. En total la aerolínea espera captar por medio del DIP US$ 2.000 millones, necesarios para lograr la reorganización. Lo último, prescindiría de recibir apoyo estatal.
Latam venía perdiendo dinero desde 2016 y a la fecha esa suma estaría cerca de los US$ 400 millones, con lo cual la decisión de “irse” estaba poco menos que dicha de modo tácito.
En la carta a su personal Rosario Algelt no deja de darle un reproche. Repasemos este párrafo: “Sin embargo, cada iniciativa asociada a estos objetivos fue consistentemente resistida, lo que, en conjunción con un contexto macro cada vez más desafiante, impidió la ejecución de los cambios estructurales necesarios para garantizar nuestra continuidad”.
No creo que todo, pero parte de personal fue muy tolerante con los gremios aeronáuticos de Aerolíneas Argentinas, su personal es mayoritario y excluyente, y se sumaban a conseguir la comodidad y beneficios que no son fruto de la productividad sino de la calculada generosidad de los gobiernos.
En su último balance Aerolíneas Argentinas da cuenta que entre 2009 y 2018 recibió US$ 5468,00 millones de parte del estado argentino, y todo indica que para fines de este año ese aporte podría totalizar la suma de US$ 7000,00 millones.
Comparemos, LATAM está recibiendo por parte de sus accionistas los aportes de capital necesarios para superar esta etapa, y su problema estaría en el orden de los US$ 2.000 millones y ya recibió 900 millones. El saldo de US$ 1100 millones podría surgir de renegociaciones con bancos y gobiernos.
Aerolíneas Argentinas en el año 2019 pagó en concepto de honorarios y retribuciones por servicios la suma de $ 249.789.381,00 que suponemos corresponden a retribuciones de administradores, directores y síndicos, ya que esas sumas deben estar individualizadas de modo separado.
Esa suma equivale a US$ 4.170.802,82, o sea US$ 347.566,90 por mes.
Aerolíneas Argentinas facturó $ 79.564.204.192,00 equivalente a US$ 1.332.957.014,44
Esta es una muestra y un resultado de ese “nuevo populismo” que intentó quedarse con Vicentin, la empresa de Avellaneda y Reconquista, Provincia de Santa Fe.
Antes lo había hecho con YPF y ahora intenta condicionar a las empresas que recibieron “ayudas” consecuencia de la “centenaria cuarentena”, como si fueran las responsables de la llegada de este virus.
En este marco, no debió sorprendernos que LATAM se vaya y muchos otros ni siquiera piensan en venir. No figuramos en el mapa de las posibles inversiones.
Paradojalmente se liberó el mercado cambiario para víctimas de delitos de lesa humanidad que ni deberán pagar el impuesto “país” (que generoso que sos país).
Me contaban que Amazon habría desistido de radicarse en el país.
En Argentina domina la “soberanía populista” que por ahora es el precio que se nos hace pagar para justificar que los desequilibrios macroeconómicos garantizan la paz social, y un mercado de votos imprescindible para ganar elecciones.
Portal de América