por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires.(en cuarentena ya insoportable…)

En las cuarentenas sanitarias, como principio, se aíslan a los enfermos que pueden contagiar y cuando la enfermedad es contagiosa.

En este caso ocurrió al revés, y esta modalidad preventiva de aislar a sanos y enfermos viene de un país gobernado por un sistema capitalista, verticalista y autoritario, como es China.

Paradójicamente, los regímenes de naturaleza republicana y base democrática lo adoptaron al pie de la letra, vulnerando el límite de derechos no ya individuales sino personalísimos.

Hubo excepciones, como el caso de Suecia, que no tuvo ninguna medida preventiva indiscriminada, y otros países que en un principio adoptaron prevención alguna y luego fueron a “cuarentenas voluntarias u optativas”.

Hubo países como la Argentina que no ponderaron su capacidad económica para disponer cuarentenas totales que paralizaron las tres cuartas partes de su sistema productivo. Grosero e inaceptable error del gobierno que sólo confío en un comité de “infectólogos y médicos” que podrán saber mucho de lo suyo, pero nada de cómo se administra una sociedad.

La prensa tuvo también su cuota de responsabilidad en difundir exponencialmente el riesgo del covid-19 y de ese modo generar un tipo de miedo irracional y paralizante.

A la fecha, el coronavirus o COVID-19 ha infectado a más de 3.251.925 personas en 187 países alrededor del mundo y ocasionado la muerte de 232.936, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins.  Tomando como base que somos siete mil quinientos millones de habitantes los enfermos por el covid-19 somos el 0,00043359‬% del total de la población mundial

En un año morimos entre 56 y 60 millones de personas, el porcentaje de muertos por esta “pandemia” son el 0,0041%.

¿Se estará tomando nota del costo económico y sus graves consecuencias que tendrá para la humanidad esta implementación de cuarentenas, compulsivas o voluntarias?

Ya comenzamos a advertir las dificultades de lo que en España llaman “desescalada”, ya que ahora apunta a habilitar actividades a media máquina y sin tener en claro cómo reaccionará la gente, lo que no conforma a nadie ya que se sigue limitando el funcionamiento del comercio y la economía. Tampoco se mide el costo de las precauciones que se están reglamentando, que hará inviables el funcionamiento de una parte sustancial del comercio como bares y restaurantes, por mencionar los segmentos más sensibles.

En el transporte aéreo se disminuirá la capacidad de la cabina de pasajeros, lo que se traducirá en un sustancial incremento tarifario, ya que un 50% o menos de ocupación lo debería cubrir el otro 50 o 60% que quedará libre.

Es decir, el turismo y los viajes disminuirán porque serán más caros, y es obvio que ningún estado podrá subsidiar los espacios que forzosamente quedarán desocupados.

En definitiva la cosa no pasa por la magnitud de los infectados y los fallecidos, sino por las insuficiencias de los sistemas hospitalarios y carcelarios por su relación con los pedidos de liberación de los detenidos para prevenir contagios.

Esto demuestra que la política universal no le interesa la salud pública, y en todo caso derivan este servicio público al sector privado y dejan desprotegido al segmento social que no puede pagar el acceso a un seguro de salud o a la medicina privada.

La política, al ver los resultados de su desidia optó por parar el funcionamiento económico del mundo o una parte sustancial, para ocultar el verdadero meollo de la cuestión.

Pues bien, de ahora en más, los gobiernos deberán tener en cuenta que tendrán que “desviar” cuantiosos recursos a la salud pública para generar en la gente esa sensación de seguridad de la que hoy día carece.

La Argentina está demostrando sus falencias en la materia y el desbalance que existe entre la calidad médica que ofrece la ciudad comparada con la de la Provincia de Buenos Aires, carente de una infraestructura adecuada para atender a los 15 millones que habitan el 0,5% del territorio nacional, concentrado en parte del conurbano bonaerense.

La provincia estuvo gobernada durante  37 años por un mismo partido político, desde 1987 a 2015 y ahora a partir de 2019.

De eso se trata en la Argentina…esconder los propios pecados, jodiendo a todos.

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