por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
A fines de marzo pasado Donald Trump firmó una orden ejecutiva que desmantela la política medioambiental propuesta por Barak Obama y abandona el objetivo de reducir las emisiones que contaminan la atmósfera.
A su vez las Naciones Unidas han declarado “2017 Año internacional del turismo sostenible para el desarrollo”.
El concepto de sostenibilidad en un primer momento se refería al respeto y mejoramiento del medio ambiente mediante el desarrollo de políticas que disminuyan la contaminación.
A partir de ese momento, el aire dejo de ser gratis y el aire puro se convirtió en un bien escaso, y por tanto en un tema de la economía.
Para el presidente de los EE.UU. la cuestión del medio ambiente sería un medio impuesto ideológicamente para perjudicar a su país, en palabras más simples, sería un medio de lucha económica.
Lo cierto es que la preocupación por el medio ambiente se mantiene, hay esfuerzos, salvo los de EE.UU. ahora, para disminuir las emisiones tóxicas, y la industria aeronáutica tanto norteamericana como europea se lo han propuesto como un objetivo fundamental: los aviones deberán emitir menos dióxido de carbono.
Por otra parte, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ha logrado que la mayoría de los países miembros, entre ellos España, alcance un primer acuerdo internacional para la reducción de emisiones de CO2 en la aviación, que empezará a implantarse en 2021 y se extenderá, inicialmente hasta 2035. En términos generales, el acuerdo supone la limitación del crecimiento de emisiones del conjunto de la aviación mundial a partir de 2020. El Acuerdo Internacional para la Reducción de Emisiones de CO2 en la aviación, fruto de seis años de negociaciones, comprende un paquete de medidas para mitigar las emisiones que incluyen mejoras y avances técnicos, operativos en la producción y de uso de combustibles sostenibles alternativos.
Sin embargo, como decíamos, el concepto de “sostenibilidad” se ha extendido y ahora tiene que ver con la distribución del ingreso o la riqueza generada por el turismo y el respeto a la cultura y el patrimonio de cada rincón del mundo.
Lo que me llama la atención que ese debe ser el objetivo de la ciencia económica y del comercio. Pasa que aún se tiene ese concepto cavernario de que hay gente que se enriquece ejerciendo una actividad comercial en perjuicio de las mayorías pobres e indigentes.
Esta verdadera cuestión debe ser enfrentada por los gobiernos de los países que deben impulsar una adecuada distribución del ingreso, mediante la sanción de un marco legal adecuado.
Esto no quiere decir que se deba ir a sistema dirigistas o colectivistas que ya han demostrado su fracaso universal, salvo entre pequeños y minúsculos grupúsculos de intelectuales de pacotilla, o mejor dicho de sofistas que creen que las capuchas y los palos con lanza son medios para convencer a la gente.
No hagamos snobismo intelectual diciendo que el turismo debe ser sostenible en un alcance amplio del concepto, lo sostenible debe ser la economía y los empresarios turísticos deben tener sensibilidad social.
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