por Luis alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Don Miguel Acerenza nos remitió el  excelente trabajo hecho por Aldo Gonzalez, de donde hemos tomado un párrafo que nos sirve como disparador del tema que abordaremos en esta nota.
Es sabido que Aerolíneas Argentinas y Austral, fusionadas de hecho, no por derecho, reciben aportes del estado por sumas que se estiman en más de un millón y medio de dólares por día. Es obvio sin ese aporte la empresa hubiera quebrado varias veces….
Se llamen como se llamen, lo cierto es que esos aportes constituyen un subsidio a la oferta, lo que de por si ya es una anomalía político-económica.
El subsidio está íntimamente relacionado con lo que se denomina “tarifa social” que Fernando Navajas la explica así: “En rigor, la tarifa social es mucho mas que una tarificación con objetivos distributivos, y lo que normalmente lleva esta denominación engloba una familia amplia de mecanismos de subsidio dirigidos a que los sectores de menores recursos puedan satisfacer sus necesidades básicas de servicios de infraestructura a un costo razonable”.
La cuestión tiene relación con el acceso al consumo de bienes o servicios en los que  existe la infraestructura como oferta, y en los casos que no hay acceso al consumo porque no hay oferta de infraestructura. En estos casos no sería lógico subsidiar el acceso al consumo de un bien o servicio no disponible en zonas determinadas. Ejemplo típico es el acceso a los servicios de gas natural, electricidad, cloacas y aguas corrientes.
En esa situación ya no se trata de una cuestión de subsidios, sino de inversiones para la oferta de bienes públicos a la mayor cantidad de personas posible. Lo ideal sería que toda la población tuviera acceso, cosa que hoy no ocurre como es de público conocimiento.
Lo primero que tendríamos que ver es si el transporte aéreo ofrecido por empresas estatales es un servicio que llamaría infraestructura de transporte prioritario.
Es obvio que esta situación variará de país a país, pero en Latinoamérica, parecería que existe una conectividad básica esencialmente ofrecida por empresas privadas con proyecciones optimistas sobre su futuro crecimiento.
Lo que parecería que condicionaría el desarrollo, del transporte aéreo, por lo menos en Argentina, es la insistencia en políticas que vienen fracasando a lo largo de los años y la creencia que el estado debe prestar el servicio destinando a tal fin recursos públicos, muy escasos, que en verdad no deberían destinarse a ese fin. La sociedad parece no tener conciencia en el sentido que los recursos públicos, no son producto de la magia o de milagros religiosos sino que provienen de los impuestos que pagamos los contribuyentes y que nos resistimos a pagar como está ocurriendo con la discusión del impuesto a las ganancias. En verdad lo que se debería discutir de una buena vez es la necesidad que los gobiernos practiquen políticas económicas coherentes.
Como vemos en materia de transporte aéreo lo que habría que analizar no es tanto la existencia o no de infraestructura aérea, entendida como oferta de servicios locales, regionales y de largo recorrido sino la posibilidad de acceso a ese medio de transporte a ese sector de la población que por su condición social o su nivel de pobreza no lo tiene.
Es decir los subsidios claramente deberían dirigirse  o focalizarse en la demanda y se debería desechar de plano un sistema de subsidios uniforme so no focalizados, como ocurre hoy día en el transporte aéreo.
Volviendo al copete de esta nota, diría que Aerolíneas Argentinas y Austral si bien no aplican tarifas predatorias, no hemos encontrado en la RAE la palabra “predación”, pero si  la palabra “predatorio” que  se relaciona con el “acto de hacer presa” o bien en una segunda acepción la relaciona con el robo y el saqueo y como ejemplo cita “Expediciones predatorias de guerrilleros”.
Siguiendo el sentido de la definición expuesta por Gonzalez y la RAE la participación de Aerolíneas Argentinas y Austral en el mercado aéreo sería predatoria, no por bajar sus tarifas, para eliminar competidores, sino por uso de subsidios encubiertos ya que sin su uso no podría operar ni valga la paradoja competir.
Sería la misma situación de las empresas del golfo que parecería que reciben suculentos subsidios y de ese modo ganan participación en un mercado competitivo como es el del Atlántico norte y hacia el pacifico, pasa que Aerolíneas Argentinas y Austral son insignificantes en la competencia internacional y de hecho en el cabotaje ha contado con la protección del estado y de la cavernaria ley 19030.
Como vemos, usando el lenguaje en el sentido expresado Aerolíneas Argentinas y Austral serian empresas predatorias, por ello es esencial que el gobierno no solo fije un plazo límite para que reciban subsidios decrecientes sino que asimismo impulse una nueva política aérea regional y se convierta en líder para hacer de América Latina un mercado único con cielo único e imperio de las nueve libertades del aire, teniendo en cuenta que ese sistema de “libertades” hoy se ha convertido en un mecanismos legal para restringir la libre competencia.

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