por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Me pareció excelente la posible propuesta de Dilma Rousseff para eliminar los límites a la propiedad extranjera de las sociedades que exploten servicios de transporte aéreo.
Esta idea la veo en línea con mi propuesta para que la ANAC argentina, es decir el gobierno argentino, proponga una política de “cielos abiertos” o como prefiero “cielo único” para Latinoamérica para todas las líneas aéreas con AOC o similar expedidos por los países de la región.
Con una medida de ese tipo se ampliaría el mercado y la conectividad que en cierto modo hoy está limitada a capitales entre sí o ciudades principales, como son los casos de San Pablo, Rio de Janeiro, Recife, Manaos en Brasil, Córdoba y Mendoza en Argentina, Montevideo y Punta del Este en Uruguay, Santiago de Chile y posiblemente ahora Punta Arenas en Chile, por dar algunos pocos ejemplos.
Un “cielo único” permitiría aprovechar totalmente las flotas existentes, que en el caso de Aerolíneas Argentinas y Austral tendría capacidad ociosa, y estimo que también posibilitaría el desarrollo de Alas Uruguay y de otras empresas que deben ir constituyendo filiales locales para poder usar los derechos de tráfico.
Si lo vemos desde esa perspectiva, LATAM y Avianca-Taca, por citar dos casos, ya han logrado participar en transporte aéreo en los principales países de la región, de donde la limitación a la participación extranjera ha sido legalmente burlada. En Argentina un decreto interpretativo, el 52/94, modificó de hecho el art. 99 del código aeronáutico que es una Ley (sic).
Un cielo único o totalmente abierto, donde imperen las nueve libertades del aire, facilitaría también la creación de líneas o servicios aéreos de alimentación, lo que también mejoraría conectividades regionales que consideradas aisladamente no tienen mercado suficiente para los transportistas principales.
Latinoamérica necesita integrarse para constituir un mercado único y un territorio único por el que se pueda circular con total libertad. Si nos ponemos a pensar, es absurdo que aún haya que hacer doble trámite migratorio cuando nos trasladamos de un país a otro de la región. Solo serían admisibles controles sanitarios, racionalmente sustentados o personales en casos excepcionales o de emergencia.
Entre Argentina y Uruguay hubo un lapso en que se hacía un solo trámite migratorio, pero vaya uno a saber por qué tiquismiquis político se abandonó esa buena práctica, que cuando menos se debió haber generalizado.
Claro está, esto último exigiría mayor profesionalidad de las fuerzas de seguridad locales y una política común para reprimir el narcotráfico. Esto parecería ilusorio ya que hay acusaciones sobre algunos gobiernos que recibirán favores de esa actividad delictual a cambio de su complicidad o inacción. La Argentina podría ser un caso.
La integración no se logra con meras declamaciones, se necesitan hechos que demuestren la seriedad de las intenciones.
El transporte aéreo podría ser un primer paso para demostrar que la integración es posible, pero para ello hay que ir “…a las cosas…”
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