por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Se instaló en nosotros la necesidad de un cambio, que en verdad nadie se anima a definir.
Antes pedíamos que se “vayan todos”, nadie se fue. Era un modo de pedir un cambio.
Esta vez pedimos y una mayoría votó por el cambio, pero lo que nadie se plantea es que cambio queremos.
Nosotros, los argentinos, le tenemos miedo al futuro, al porvenir…por ese motivo cuando hablamos de cambiar, lo hacemos de un modo abstracto dado que la llamada “dependencia del sendero” nos aprisiona y nos condiciona.
Decía un escritor, cuyo nombre no he podido recordar, que existencialmente hay posibilidades de ser y en consecuencia nos quedamos encerrados en nuestra opresión y desánimo.
Los argentinos nos decimos unos a otros lo que merecemos ser…pero el miedo nos paraliza y nos impide pensar todo lo que podríamos hacer si no estuviésemos asustados.
Los argentinos llevamos 80 años de atraso que es una forma de decadencia y precisamente esa tendencia es lo que debemos “cambiar” y para ello necesitamos cultivar virtudes como la paciencia, la prudencia, la confianza en nosotros y la capacidad de ser consecuente con la tarea de hacer posible nuestras posibilidades de ser. En una palabra debemos redescubrir el sentido de la esperanza.
“Lo que se celebra en Navidad es un nacimiento y un nacimiento como debieran ser todos, el de un niño esperado con amor y respeto, que lleva en su persona la esperanza del mundo…”, en nuestro caso, la esperanza de los argentinos.
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