por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

No voy a entrar en el debate sobre la cantidad de feriados, ya que me parece que ese no es el problema, porque si lo fuera seria de muy fácil solución.

El problema es otro y es absolutamente sectorial, ya que lo que se busca es redireccionar una parte del gasto de las personas. En definitiva, lo que ocurre con los feriados y los respectivos feriados puente es un juego de suma cero, ya que lo que se gasta en un destino turístico no se gasta en el lugar de origen o de residencia del viajero. Más aún, en las pequeñas localidades hasta causan un perjuicio en los comercios locales.

Como vemos este problema se está analizando desde un estricto punto de vista exclusivamente sectorial, ya que la existencia de una determinada cantidad de feriados largos garantizaría un nivel mínimo de facturación, ya que de hecho hay un promedio de un  feriado largo por mes.

Esto significa que el flujo normal de movimientos turísticos por periodos anuales sería insuficiente para hacer sustentables nuestros destinos turísticos, pese a que muchos de ellos virtualmente se han convertido en destinos de todo el año o de gran parte del año.

Sin embargo, la cuestión es otra y tiene que ver con la crisis económica que vive la Argentina, agravada en los últimos cuatro años.

La Argentina tiene una de las tres o cuatro inflaciones más altas del planeta, carece de reservas de libre disponibilidad, más bien carece de moneda, carecemos de estadísticas creíbles, estamos en default por incumplimiento de una sentencia judicial dictada por los Tribunales de los Estados Unidos a cuya jurisdicción y legislación nos sometimos voluntariamente, nos hemos apropiado mediante vías de hecho de empresas como Repsol YPY y Aerolíneas Argentinas, carecemos de energía suficiente para sustentar un nivel mínimo de desarrollo, nuestra infraestructura es precaria y la institucionalidad republicana está gravemente deteriorada.

Como vemos, el tema de los feriados está escondiendo esta realidad agobiante, y diría que es obvio que cada sector trate de ejercer lo que en derecho se llama “en defensa propia”, y es obvio que para los destinos turísticos, los llamados “feriados largos” cumplen la función de los salvavidas.

De todos modos, para el año 2016 solo habrá feriados largos en los meses de marzo, junio, julio, agosto, octubre, noviembre y diciembre. No contamos los feriados largos de enero y febrero porque coinciden con el periodo normal de vacaciones anuales.  En total, los feriados largos serian nueve y dos de ellos de cuatro días, que corresponden con el carnaval y la celebración de Semana Santa en marzo. Estos feriados además siempre existieron, salvo un lapso en se eliminó el correspondiente a la fiesta de los carnavales.

Como vemos esta cuestión es un tema netamente menor que no justifica el debate que se abrió y que solo demuestra nuestro absoluto desmembramiento como sociedad.

Como vemos se trata de otra polémica absolutamente insustancial y que demuestra que somos progresistas muy conservadores, un real oxímoron.

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