por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Lo cierto es que el gobierno se está quedando sin dólares disponibles o reservas en su sentido real. Internacionalmente se consideran reservas a las que están disponibles para parar eventuales corridas, y es obvio que estos ajustes del cepo cambiario se deben a que a toda costa el gobierno intenta llegar al 10 de diciembre próximo sin que se evidencie el nuevo default comercial que legará a su sucesor.
Es obvio y hasta en cierto modo razonable, que ante la escasez de dólares se intente administrarlos con sumo rigor, pero la cuestión es que la escasez de divisas se debe a la mala praxis de los funcionarios que dirigen el Banco Central y el Ministerio de Economía.
Para que se tenga cabal conocimiento, digamos que el Banco Central está vendiendo en el mercado de futuro dólares a $ 11,80 al 30 de marzo próximo, cuando ese precio en los EEUU ronda los $ 15.00 y localmente en el llamado “contado con liqui”, el precio del dólar ronda los $ 14.00, sin contar que en el mercado “blue” parece haberse estacionado en los $ 15.80.
En este mercado, las diferencias de cambio se pagan en pesos, con lo cual se está creando un pasivo cuasi fiscal que se estima entre $ 25.000 a 35 mil millones, que se cubriría con emisión.
Si fuera cierto que ya se vendieron “futuros” por un monto de u$s 15.000 millones, ese pasivo seria de casi $ 60.000 millones.
Lindo regalo recibirá quien sea presidente en diciembre próximo, lo único positivo es que al carecer de reservas según la definición anterior, es muy probable que un dólar realmente libre quede en la franja de 15,50/16,50, con lo cual la devaluación esperada ya la produjo el Banco Central y Kicillof, hecho que no podrán negar. La devaluación que podría tener que bancarse el nuevo gobierno sería en el supuesto improbable que un dólar realmente libre se ubicara por arriba de aquellos márgenes. Pero es el precio que habrá que pagar por haber amordazado a los mercados durante tanto tiempo.
Sin embargo, debemos apostar a que realmente liberado el mercado, el precio del dólar oscilará entre 14,50 y 15,50 a lo sumo, los más optimistas lo ubican en el rango de los $ 14.
Consecuencia de esta escasez, el turismo emisivo acusará el impacto, ya que es obvio que las líneas aéreas restringirán sus ventas a plazos de 30/60 días, y probablemente disminuyan las frecuencias ya que tampoco podrán traer pasajeros/turistas debido a que el peso está sobrevaluado.
Asimismo, se estima que tampoco se cursarán pagos al exterior por servicios turísticos, los que deberán ser pagados en destino con dólares o euros billete que en el “blue” se cotizan con una base dólar de $ 15.80/15.90.
También se vería afectado el turismo local a tal punto que dos operadores de la Costa nos decían que los propietarios ya están cursando órdenes para suspender la oferta de alquileres para la próxima temporada por lo menos hasta el 22 de noviembre.
Es obvio que el 22 de noviembre sabremos quien será el nuevo presidente, pero recién el 10 de diciembre podría producirse el ahora imprescindible shock para generar certidumbre y la confianza mínima para ver como se inicia el cruce de este desierto que es uno de los agobiantes legados de 12 años de gobierno “K”.
Hay muchos otros.
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