Economía colaborativa o Turismo low cost
Martes, 20 Octubre 2015 20:12

Economía colaborativa o Turismo low cost

Aunque por otra parte, recordó Valls, los nuevos actores que operan bajo el paraguas de la economía compartida deben "cumplir con la fiscalidad y las reglas de mercado, que deberían adaptarse tan rápidamente como cambian los entornos. Vivir con reglas obsoletas atenta contra el mercado y frena oportunidades que ofrece la innovación". Hosteltur 19/10/2015.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Santiago de,Chile

Siempre me causa placer venir a Santiago de Chile, y más desde hace unos años porque acá vive mi hijo Luis Ignacio, que encontró lo que nosotros en Argentina no le supimos o no quisimos ofrecerle. Ese placer también se multiplica porque también están mis dos nietos chilenos. Lucila y Matías Ignacio, que rompió en los Rizzi la tradición de los “luises”, pero mantuvo el segundo nombre que le puse a mi hijo por San Ignacio de Loyola y como testimonio de mi admiración por los jesuitas.

Santiago siempre ofrece su clima de dinamismo fruto de un país sumergido en problemas complejos y difíciles de resolver que suelo llamar  "cuestiones”,  como la demanda por la gratuidad de toda la educación o la reforma tributaria.

También allí el peso chileno se devaluó y estos días estaba alrededor de los 660 por dólar, que es aprovechado por contingentes argentinos que trasladaron el famoso “deme 2” de Miami a Chile.

Viajé por Austral en los cómodos ERJ en la clase ejecutiva, pero al regreso me encontré sin servicio de abordo, ya que por sobreventas en la clase turista embarcaron pasajeros en la clase superior, y como estaban previstos solo tres pasajeros nos quedamos sin nada. Pasa que el vuelo salía a las 10.00 de la mañana y aunque no es mi costumbre, pensaba desayunar a bordo. Son cosas que pueden pasar, pero ni una sola disculpa, la típica mala educación “k”, y no olvidemos allí impera “la cámpora” que pierde alrededor de  u$s 1,5 millón por día. Como ven el desayuno que no tuve me salió caro.

Pero el objetivo de la nota es otro y tiene que ver con las reacciones que está produciendo la “economía colaborativa” en lo que llamaría el turismo tradicional.

El low cost de las líneas aéreas fue bien recibido por la industria turística porque facilitaba el viaje al ofrecer tarifas de menor costo que las vigentes en las líneas tradicionales.

En Chile parecería que Sky se ha inclinado en esa dirección, hecho que es posible debido a la política aérea de cielos abiertos que puso en práctica ese país, cosa que sería impracticable en Argentina con los criterios cavernícolas que imperan en el medio.

Pero lo que pretendo destacar es que el turismo también apunta al low cost, ya que año a año se  incorporan  nuevos contingentes de gente que piensan de otro modo, que quieren pagar lo menos posible y pagar por lo que usan y consumen, pero ahora la que pone el grito en el cielo es la industria tradicional, que ve en este “low cost turístico” todos los vicios posibles de la humanidad, sin advertir que los incumplimientos entre lo ofrecido por las redes y lo real, son mínimos.

Veamos, según la nota de tapa de Hosteltur podemos leer: “El presidente de Cehat echó mano de un estudio llevado a cabo por la patronal hotelera: "Solo en Barcelona, Airbnb está comercializando más de 155.000 plazas ilegales, frente a 66.000 regladas en hoteles. Y ellos dicen que no están sometidas a leyes catalanas o españolas. Es escandaloso". Y lanzó más datos: "En San Sebastián, hemos contado 6.000 plazas hoteleras frente a 14.000 ilegales. En Sevilla, 18.000 contra 23.000. En Valencia, 14.000 contra 22.000... En Madrid, una empresa y una señora llamada Raquel tiene dentro de Airbnb 120 apartamentos en alquiler turístico. En Barcelona hay otra empresa que tiene 564 pisos y los tiene todos en plataformas y ni uno solo legalizado".

Es obvio que se generalizan presunciones ya que califican  a esas plazas de ilegales, pese a que reconocen que se ofrecen públicamente en la red. También presumen que  los explotadores de esas plazas son evasores natos, pese a que no tienen pruebas para afirmar que todo ese comercio es “negro” o “blue” como diríamos en Buenos Aires. En ultimo caso, las autoridades fiscales de cada país tienen los medios para  verificar si esos explotadores están o no al día con sus impuestos.

Claro, es más fácil asumir el rol de víctimas y descalificar a quienes ubicados en la correcta altura del tiempo saben descubrir un nuevo tipo de negocios que desplaza esa concepción imperante desde la llamada “belle epoque” de fines del siglo XIX y principios del XX.

Ahora viene otra “belle epoque” de la moderación, de otro concepto de ocio de gente   que no se resigna a vivir en función de las ideas promedio.

Se vienen otras generaciones que como dice Álvaro Rolón en su libro “Al carajo” editado por Planeta, piensan en una “…vida plena, una vida creativa sucede cuando ponemos nuestra alma, nuestra ánima, al servicio de nosotros mismos, primero, y luego al servicio de los demás…la creatividad está en lo distinto, en lo desconocido…”

Creo que esto de la economía colaborativa o el P2P, en verdad está anunciando el comienzo de una nueva era de la humanidad que apunta a la sustentabilidad de la vida de este mundo, y ese es el mérito de la encíclica de Francisco, pese a que en materia económica contiene gruesos errores, pero lo que vale es que le da contenido a ese concepto tan usado y gastado que es el de la dignidad de la vida.

Dejemos la hipocresía de lado, la hotelería, el transporte aéreo, el comercio en general, deberá despojarse de esta obscenidad que es el lujo desmesurado y ponderar que lo sencillo  puede ser de excelente calidad, como dormir en una casa de familia, desayunar con gente que quizás solo veremos por uno o dos días, cenar como cenaríamos en nuestra casa y gozar de la vida con esas pequeñas cosas que nos ofrece la naturaleza que solo nos pide que contemplemos su belleza con respeto y admiración.

La economía colaborativa es mucho más que una cuestión de impuestos, anuncia quizás y Dios así lo quiera, el advenimiento de nuevas y mejores formas de vida que buena falta nos hace….

Ya estoy en vuelo a Buenos Aires y como les dije me dejaron sin desayuno, justo esta vez que llegué en ayunas y sin tiempo para tomar algo en el aeropuerto.

No sé por qué comencé a tararear en voz baja “Justo el 31” del inolvidable Santos Discepolo

Portal de América

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