por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Es sabido que la investigación de un accidente de aviación lleva su tiempo, y hasta que la misma finalice nadie debería emitir opinión, en especial los propios pilotos cuya primera intención es liberarse de eventuales responsabilidades.

En toda profesión nadie está exento del error, todos en algún momento nos equivocamos y es obvio que hasta los pilotos pueden incurrir en errores, no son “superhombres”.

El otro riesgo de toda profesión está dado por lo que llamaría el comportamiento que también es causa de accidentes, desde la somnolencia hasta la intención cierta de causar un daño. Así somos.

Este accidente del avión de Germanwings se convirtió en una suerte de “vedette” del periodismo con toda la frivolidad que ello implica y mínima seriedad.

Por radio, TV y medios escritos desfilaron opiniones, suposiciones, hasta se llegó a decir que el avion accidentado estaba en el filo de su vida útil, lo que es falso ya que ello no significa que pudiera ser causa potencial de un accidente o incidente. En general algunos consideran que un avión con más de 50.000 ciclos se vuelve comercialmente obsoleto, pero poniéndole dinero podría volar otros 25 años, como ocurre con algunos DC 3 que aún tienen alguna utilidad.

Ahora en todos los medios, cuando podríamos decir que aún no se inició la investigación del accidente, ya se afirma que el copiloto provocó con “admirable sangre fría” el accidente  porque su novia lo había abandonado días antes. 

Se comenzaron a divulgar datos íntimos del copiloto en cuestión, en una abierta violación a lo que los abogados llamamos “derechos personalísimos”, y pocos tuvieron el decoro de respetar esos derechos evitando trasmitir información que evidentemente pudo lesionar sentimientos de sus familiares y amigos.

Para muchos ya la cosa está terminada y el culebrón del despecho para unos será una expresión extrema de romanticismo fatal y para otros una muestra de inhumana desaprensión.

La única conjetura cierta es la trayectoria y la forma en que descendió el avión, como se ha dicho debidamente controlada, todo lo demás son por ahora meras suposiciones que quizás la investigación confirme o no.

Lo que debemos ponderar es que no se trata de una lotería y gana el que acierta con las causas del accidente y los demás pierden…

Esto me hace acordar que días pasados se hizo una entrevista mediática a una persona por un caso de inseguridad y al querer explicar que la inseguridad nos afecta a todos, dijo “por suerte la víctima fue fulana y no mi hija”. (sic)

El periodismo también está dando muestras de su desmesura.

Hoy la mayoría de los periodistas creen que saben de todo y opinan con estudiada suficiencia sobre hechos cuya complejidad exige no solo conocimientos especiales, sino también prudencia en lo que se informa al respecto.

Lo cierto es que accidentes habrá siempre y casi siempre será protagonista el error humano, salvo en aquellos provocados por fenómenos naturales tales como sismos, inundaciones (aunque puede haberlas por imprevisión), ciclones, etc….

La miseria suele ser muy lucrativa para los que saben traficar con ella, 150 muertos puede ser  un negocio de millones de dólares ya que muchos estudios que se dedican a esos menesteres deben estar pensando en que no habrá limitación de la responsabilidad  para medir la cuantía de sus demandas. Hasta quizás el Estado alemán pudiera ser responsable porque en definitiva habría concedido una habilitación aeronáutica “dudosa”.

Pasará tiempo, como ocurrió con el accidente de Carmelo de mayo del año pasado para conocer las causas del accidente y recién en ese momento sabremos la verdad, y seguramente habrá sido protagonista la falibilidad humana en sus múltiples variedades, incluso las sicológicas.

El transporte aéreo sigue siendo el medio más seguro, eso no quita que cada tantos miles de vuelos, haya un accidente, ello está dentro de lo posible.

Recordemos que somos mortales.

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