por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Creo saber a dónde apunta Bárbara Gimpel en su nota colgada el pasado 9, pero no creo que el “turismo de elite” se defina por una cuestión de precios, agregaría de “altos precios”.

Los precios de un bien, de un servicio o de un destino turístico en este caso, dependen esencialmente del nivel de calidad de la oferta. No vale lo mismo un automóvil modelo “corsa” que una Ferrari, pero tampoco la posesión de uno u otro modelo asigna un determinado nivel social. Por otra parte, los modestos “Corsa” han dado muestras de su sobrada calidad para ese segmento.

Viajar a Punta del Este, Aspen o las islas Seychelles no asigna un nivel social ni ser un amante de la excelencia, solo indica el hecho de tener capacidad de  gasto. Y en esa gama, diría, de lujuria, hoy día debido a la sofistificación del mundo financiero, como en el tango “cambalache” puede ser nuestro vecino un “narco”, un “traficante de armas” o sin ir más lejos cualquier corrupto, que probablemente sean los más exigentes para hacer valer su nivel de riqueza.

Hay destinos sofisticados que son demandados masivamente y en los que se puede ver gente de todas las escalas sociales. Me viene a la cabeza “Venecia”, “Cannes”, Niza o St. Anton, por mencionar a los más conocidos con diferentes niveles de precios y no por eso dejan de ser “destinos exclusivos”.

Bárbara también hace referencia a la práctica del sky como ejemplo de “turismo selectivo” y pone como ejemplo a Bariloche que habría sucumbido a la “masificación”.

Personalmente puedo dar fe de los esfuerzos hechos por la gente de Bariloche y los agentes turísticos para “democratizar” o “masificar” a Bariloche y eliminar la estacionalidad que dañaba su economía, ya que no se podía mantener una buena estructura turística, con un turismo netamente estacional. El crecimiento de Bariloche, como otros destinos quizás “mas exclusivos” como Villa La angostura y San Martin de los Andes, se debe a que cada vez fueron más accesibles a mayor cantidad de turistas.

La cuestión pasa por otro lado y tiene que ver con la calidad de las políticas turísticas. Y estas consisten en ofrecer excelente calidad en diferentes niveles, que es quizás lo que no s e tuvo en cuenta en el proceso de “masificación de Bariloche”.

Por el contrario, Villa la Angostura y San Martin de los Andes, tienen una política, dos poblaciones Neuquinas, que facilitan el turismo para diferentes capacidades de poder adquisitivo dentro de niveles de calidad óptimos, lo que no afecta lo que llamaría su “exclusividad”.

Un buen destino turístico es el que ofrece “calidad” en cada uno de sus niveles. Para ejemplificarlos con la clasificación hotelera, según se trata de dos, tres o más estrellas. Hay establecimientos hoteleros de dos estrellas que son excelentes en su nivel como hay otros que dan vergüenza y ostentan cinco estrellas.

El buen nivel de turismo y de sus destinos esta dado, entre otros elementos, por la calidad de sus servicios, teniendo en cuenta el nivel de poder adquisitivo al que se dirige.

Solo conozco algo de la problemática de Punta del Este por lectura de crónicas o referencias. Aclaro, es un destino del que no soy asiduo visitante, se de su valor e importancia para el Uruguay pero no creo que el nivel de llegada de turistas sea una cuestión de precios, sino sería muy fácil…
Creo que lo mejor para Punta y para el Uruguay seria que fuera un destino apetecible para muchos, y pienso que el ejemplo de Colonia debería ser más estudiado y extendido.

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