por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Esa fue la respuesta ante el reclamo de un pasajero por la demora ocurrida en el vuelo 1301 JFK-EZE.

Desde China, Kristina twiteó con relación a la numerosa concurrencia a una ronda de negocios, atajándose ante probables criticas por el tenor de lo convenido y poniéndose como ejemplo de poder convocante: “Más de 1.000 asistentes al evento… ¿Serán todos de “La Cámpola” y vinieron sólo por el aloz y el petlóleo?”.

Estas “twiteadas”, pretendidamente humorísticas, trasuntan su real intención irónica o burlesca sobre todo aquel que se atreva discrepar o reclamar al gobierno “k”.

La “humorada” de “kristina” pasó aparentemente por alto en China, ampliamente favorecida por una serie de convenios firmados por ambos gobiernos, en lo que parece ser una nueva versión de aquel pacto de la década del 30 “ROCA-RUNCIMAN”, que estaría documentando una sumisión incalificable que condicionaría a futuros gobiernos, incluyendo la eventual adjudicación de obras sin licitación y con la posibilidad de incorporar mano de obra extranjera en desmedro de una realidad que marca los niveles de pobreza pro arriba del 25%.

Pero volviendo al tema de Aerolíneas Argentinas la respuesta al reclamo vemos que es irrespetuosa cuando le pregunta “¿sos del área de mantenimiento…? y obvia cuando ratifica que todo vuelo sale en condiciones.

En esta actividad del transporte aéreo los imponderables son mucho mas sensibles que en otros negocios o actividades comerciales, por la propia circunstancia de la actividad. Todo viaje, cualquiera sea el motivo genera una cierta ansiedad que se potencia en los casos de demoras, cualquiera sea la causa.

Recuerdo hace ya algunos años una anécdota ocurrida en el aeroparque de la ciudad de Buenos Aires. Había estallado una fenomenal tormenta de lluvia y viento sobre  la ciudad justo sobre la hora de nuestro vuelo.

Una pasajera que estaba a mi lado me comenta en tono de reproche abstracto “Seguro que usarán como excusa esta lluvia para justificar la demora del vuelo, que estaba anunciado “on time”. En ese momento esa pasajera demostraba su “ansiedad” ante una posible demora y las consecuencias que esa demora tenía para ella.

A la hora prevista se inició el embarque y cuando ya estábamos en el aeroplano escucho a esa misma persona comentar “espero que el piloto no inicie el vuelo hasta que pase la tormenta”. En este caso la “ansiedad se anticipaba a un posible vuelo con turbulencias severas y la “ansiedad” al anticipar esas imágenes en su cerebro harían que si hubiera turbulencias estas parecieran menos severas.

El avión decoló “normalmente” y salvo una pequeña turbulencia inmediata al decolaje, el vuelo fue normal y a poco de trepar, supongo tres o cuatro mil metros el cielo estaba absolutamente azul y sin una sola nube las que quedaron debajo nuestro, seguro que en ese momento otras “ansiedades” ocuparon su atención.

En esos casos de demora la ansiedad cumple una función defensiva para anticipar y resolver una situación desfavorable o incómoda, como en el caso de los viajes, no llegar a tiempo a una reunión, perder una conexión o un día de estadía en un hotel o por la demora de encontrar a un ser querido o por el mero hecho de “perder el tiempo” o simplemente por miedo.

En esas circunstancias, mejor dicho como debería ser en todos los casos, la respuesta ante un reclamo debe contemplar esas diferentes “ansiedades” ya que en definitiva el “reclamo” como tal realmente intenta resolver del mejor modo la situación causada por la demora.

En el caso que nos sirvió de motivo para esta nota, la respuesta de Aerolíneas Argentinas, demuestra falta de profesionalismo y de prudencia mas en el caso de fallas técnicas que de por si son generadoras de “ansiedades”.

Lo que debemos tener en cuenta es que ese tipo de respuestas insolentes son propias del “kirchnerismo” y el mejor ejemplo de ello es “ella” (kristina)por eso también nos referimos a la anécdota del “aloz y el petlóleo”.

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