por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Una vez más los gremios aeronáuticos, los verdaderos dueños de la empresa, amenazan con paros que obviamente la obligaría de hecho  a  suspender vuelos con el perjuicio que ello implica a sus sufridos clientes.

Si uno mira objetivamente la situación, no sería objetable que los gremios reclamen incrementos salariales que protejan o garanticen el valor real del salario y por lo tanto la inflación o el índice de precios al consumidor sería la pauta respectiva.

Pasa que en la Argentina se carecen de estadísticas fieles y vaya Dios a saber cual el real nivel de la inflación, pero no nos equivocaríamos si dijéramos que este año rondará cerca del 45%.

Pues bien, ante esa realidad los gremios aeronáuticos estarían pidiendo lo mínimo necesario para no perder poder adquisitivo.

Ahora bien, lo que los gremios no tienen en cuenta y allí radica nuestro reproche, es por la situación especial que vive Aerolíneas Argentinas, que es deficitaria y necesita casi dos millones de dólares diarios de aportes estatales para subsistir, aportes de “todas y todos” ya que ese dinero se conforma con los impuestos que pagamos más el impuesto inflacionario que hace que la presión fiscal resulte intolerable, no solo por su incidencia en el poder adquisitivo sino por la pésima prestación de los servicios públicos, Aerolíneas Argentinas incluida.

Los gremios deberían valorar la situación económico-financiera de la empresa, su actual inviabilidad y compartir el esfuerzo que hacemos “todas y todos” para que los aviones sigan volando.

Los gremios aeronáuticos deben ponderar y mirar a su alrededor, donde se han producido más de 350.000  despidos, la crisis que están padeciendo diversos sectores de nuestro sistema económico y demostrar un mínimo de solidaridad con quienes los bancamos compulsivamente.

Aerolíneas Argentinas no es financiada por colectas voluntarias ni por benefactores, es bancada por los “contribuyentes” y los impuestos no se han creado para mantener empresas sino para solventar los gastos del Estado.

Los gremios aeronáuticos deberían valorar la paciencia del contribuyente que mantiene el empleo de personal excedente y de ese modo, como lo dijo con todo acierto Mariano Recalde, la empresa está actuando como si fuera una aseguradora del desempleo con la diferencia que su nivel salarial supera cualquier prestación por desempleo.

Es cierto que sobra personal en algunos sectores y falta en otros, ello se debe a la presión gremial que los directivos de la empresa no supieron controlar, por ello sería razonable que por un lapso los gremios admitieran el ejercicio del “ius variandi”, por lo menos para que no haya que seguir alimentando a esta suerte de monstruo ingobernable en el que se ha convertido Aerolíneas Argentinas.

Realmente, no me animaría a afirmar que la empresa es absolutamente inviable pese a que su historia lo demostraría, ya que en los pocos ejercicios que no arrojó pérdidas fue durante gobiernos militares.
Eran épocas en las que el uso de barba podía ser motivo de despido, como le ocurrió a varios de sus empleados, algunos de ellos defendidos por el suscripto por ante los tribunales de trabajo, en épocas que pocos se animaban a asumir la defensa de esos casos, ya que se sustentaban en una absurda ley  que presumía como  conductas subversivas,  el uso de pelo largo y barba (sic), aunque usted no lo crea….

Si aplicáramos la teoría de los “costos hundidos”, Aerolíneas Argentinas debió haber desaparecido en los noventa, pero la empresa existe gracias a que como se suele decir, fue regalada por el gobierno peronista que asumió en 1989.

Por otra parte, nuestras errantes y contradictorias políticas económicas tampoco favorecen al negocio aeronáutico, y prueba de ello es que desde 1960 a la fecha todo intento de hacer transporte aéreo, privado o público, tuvo mal final, y paradójicamente  la única empresa que se mantiene sin aportes del estado, como es el caso de LAN, que no nos cuesta nada a “todas y todos”,  se le hace la vida imposible.

Mariano Recalde señaló, sin que ningún gremio se animara a contradecirlo, que en salarios Aerolíneas Argentinas destina un 35% de sus costos, algo que desde el vamos altera cualquier ecuación económica    , con la gravedad que los niveles salariales de esa empresa son pretendidos por  el resto del personal aeronáutico que trabaja en empresas que solo viven de sus ingresos, algo imposible de sustentar.

En mi época en la empresa,  la masa salarial no superaba el 12% de sus gastos y hoy día la media oscila entre el 17 y 20 según las distintas realidades.

Las pretensiones de los gremios aeronáuticos directamente impactan contra la actividad aeronáutica en general y si fuera una empresa privada, va de suyo que ya hubiera quebrado cien veces…

Mariano Recalde tiene la oportunidad de demostrar hasta donde defenderá sus convicciones porque en este caso coinciden con el “bien común”.

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