por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

600.000 turistas se esperaba que llegaran a Brasil para la “world cup” 2014 y podrían dejar unos U$S 3 mil millones.

Brasil para cumplir con las “exigencias” de la FIFA construyó o remodeló 14 estadios, 4 de ellos no tienen destino, como el de Brasilia, Cuiabá, Manaos o Natal y muchos piensan que será más económico demolerlos que mantenerlos para evitar aquello de los “costos hundidos”.

Cada asiento para ese mundial tuvo un costo de u$s 5.800, en Sudáfrica fue de u$s 5.200 y en Alemania 2006 de u$s 3400.

De paso vimos que para los juegos Olímpicos de Pekín se gastaron U$S 44 mil millones y en Sochi, para los juegos de  invierno, se gastó la friolera de U$S 51 mil millones, lo que pone en evidencia que en el camino hay unos pocos muy bien favorecidos.

Muchos ya se están relamiendo por lo que se podrá gastar y  ganar con la excusa del próximo campeonato mundial con sede en Rusia.

Los argentinos que concurrieron a Brasil solicitaron al Banco Central U$S 50 millones, los últimos 30 se habrían gastado para los dos últimos partidos contra Holanda y la final con Alemania. Claro, no sabemos cuánto dólar “blue” se gastó, pero algunos lo estiman en mucho más que el obtenido a “precio oficial”.

Este mundial en lo estrictamente deportivo dejó algunas paradojas, como el hecho que equipos eliminados en octavos fueron recibidos como triunfadores, tal los casos de Chile  y Uruguay, que perdieron ante Brasil y Colombia.

Claro está, esas eliminaciones que de todos modos los dejan entre los 16 mejores seleccionados, se dieron, en el caso de Chile, ante quien hasta ese momento era uno de los favoritos como fue Brasil. Ese partido terminó 1 a 1, salvando el poste izquierdo del arquero local, lo que hubiera sido el gol de Pinilla a los 87 minutos y la eliminación del equipo local con Neymar incluido. Como todos recordamos, ese partido se definió por penales convertidos.

Uruguay perdió ante Colombia, una selección que le dio brillo al Mundial, luego de haber virtualmente eliminado nada menos que a Italia e Inglaterra y quizás esos fueron sus dos grandes triunfos que justificaron que fuera recibido al regresar a su país como un “ganador”.

En mi opinión, la revelación fue Costa Rica que le jugó de igual a igual a la selección de Holanda, que recién la pudo doblegar, después de 120 minutos de juego, por más penales convertidos.

No puedo dejar hablar de Argentina y de los argentinos.

La selección argentina marcó seis goles, ya que el primero ante Nigeria fue hecho en contra por un defensor y en los últimos 240 minutos no pudo marcar gol alguno, contra Holanda y Alemania respectivamente.

Lo sorprendente fueron los festejos luego de perder con Alemania, y más de uno calificó a la selección argentina como la “mejor”.

Siempre  y como yo lo vi, Argentina en sus dos partidos pareció jugar para llegar a la definición por penales, salvo algún contragolpe exitoso.

Contra Alemania se tuvieron tres oportunidades para hacer goles, y las tres se perdieron, pero fueron las únicas. Quizás si se hubieran generado diez oportunidades alguna pelota hubiera entrado.

Lo de Alemania creo que fue peor, solo tuvo dos oportunidades y marcó un gol dándole valor al “utilitarismo”.

Queda la duda del penal que habría cometido el arquero alemán, según como se miren las repeticiones pudo haber sido o no. En este deporte, el riesgo de fallos arbitrales es casi una regla del juego, pero cuando la falla es a favor, como la famosa mano de Maradona, nos quedamos callados.

Los yerros a veces son a favor y otras en contra.

Martin Caparrós escribió en el diario “El País” de España, el 10 de julio pasado: “…Fue entonces cuando pensé que había entendido por fin esa obviedad: lo que queremos no es jugar al fútbol, es ganar el Mundial. Que creemos que podemos ganarlo haciendo esto porque no creemos que podemos ganarlo haciendo lo otro: defendiendo porque no atacando, temiendo porque no asustando. Quizá sea cierto: quizás, una vez más, nos creímos que éramos más que lo que éramos –y, de nuevo, la realidad nos cayó encima. No creo que me guste, pero ese tipo de verdades nunca gustan: para bien y para mal, esto es lo que somos. Aunque suene amargo –y no dé cuenta de mis saltos, de mis gritos, de mi gozo…”

Comparto lo escrito por Caparros, en verdad el objetivo fue mas impedir que nos ganen que ganar, y de ese modo también se puede ser campeón, aunque parezca un oxímoron, esta “táctica” nos permitió llegar a jugar el partido final. Y pudo haber sido y en cierta forma lo fue, porque la gente recibió a la selección como un “ganador”, porque la propia gente resolvió que había ganado.

Una reflexión final, creo que este es el surrealismo que ha copado a nuestra cultura, las reglas, los valores, los adaptamos a lo que creemos nosotros que debe ser o a lo que nos conviene, me pregunto ¿en que realidad vivimos los argentinos…?

Como dijo Groucho Marx, tenemos varios principios y todos son válidos…

Por si queda  alguna duda, la “World cup 2014” la ganó Alemania que superó a la Argentina 1 a 0 en el partido final. Por eso entiendo la tristeza de los jugadores argentinos cuando se iban del Maracaná, y esa tristeza me hizo sentir que la honradez sigue teniendo valor….por eso sigo teniendo esperanza y paciencia para esperar…esa actitud es la que tendríamos que tomar como ejemplo de esos deportistas profesionales…

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