¿Se puede hablar del turismo del futuro?
Domingo, 02 Marzo 2014 18:35

¿Se puede hablar del turismo del futuro?
“En el resto de este capítulo esbozaré el problema del Cisne negro en su forma original: ¿cómo podemos conocer el futuro teniendo en cuenta nuestro conocimiento del pasado; o de forma más general, como podemos entender las propiedades de lo desconocido (infinito) basándonos en lo conocido(finito)” El cisne negro. Nassim N. Taleb.
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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Desde ya no niego la utilidad de los “Outlook” o de ese lógico deseo de conocer o incluso anticiparnos al futuro, como parecería que fue la idea del editor de ese buen producto que es “La agencia de viajes” conocida como LADEVI, que en la edición del 24 de febrero   dedicó varias páginas a la economía y turismo del futuro, concretamente se ubicó en el 2039.

En las distintas notas se leen interesantes conjeturas sobre el futuro del turismo, tendencias, por ejemplo el crecimiento del turismo del Pacifico, o las imprevisibles consecuencias que nos puede deparar el progreso tecnológico que modificarán los hábitos para contratar los diferentes servicios, o cómo se acentuará la protección al consumidor de productos turísticos, o cómo se agravará la responsabilidad  de los operadores por los servicios comercializados.

Sin embargo, lo que no he advertido en las notas que desde diferentes ángulos enfocaron la cuestión planteada, fue lo que llamaría “cuestión cultural”.

La cultura es el sistema vital de las ideas de cada tiempo, o el sistema de ideas desde las cuales el tiempo vive, según Ortega, es lo que llamaba “vivir a la altura del tiempo”.

El futuro no nos viene del exterior, el futuro es la misma vida, porque la vida se vive para adelante y además no nos viene hecha o servida. Cada paso que damos es consecuencia de una decisión, y esas decisiones que son los ladrillos del futuro dependen de nuestro sistema vital de ideas, es decir de nuestra cultura.

Por lo tanto, la cosa no viene por el lado de lo que nos puede deparar el futuro, como si uno se encontrara con él en una cita imaginaria, sino de cómo hacemos el futuro, cómo usamos los medios de los que disponemos, desde qué ideas y valores lo pensamos.

El futuro es lo que está por venir, es como un tiempo sin tiempo. Lo que suponemos los grandes hechos del futuro pueden ocurrir dentro de un segundo, un siglo o nunca. Lo que “no ocurre” también es futuro.

Decir que aumentarán los flujos de turismo es una obviedad como lo es decir que el mayor número de turistas complicará el “turismo sustentable” y  generará nuevos problemas.

En la medida que se incremente la población, aumentarán los turistas; en la medida que  se extienda la expectativa de vida, aumentará el número de turistas; en la medida que más gente salga de niveles de pobreza, habrá más turismo; en la medida que se amplíe el mercado, los servicios turísticos serán más accesibles, y así podríamos seguir con los ejemplos.

Tampoco sería una novedad la cuestión de la escasez, si hay un mayor número de turistas es obvio pensar que para los destinos de mayor demanda habrá que reservar con mayor anticipación. Pero  también es cierto que aparecerán nuevos destinos que hoy pasan inadvertidos, y también que cambiarán lo que llamaría los “sabores turísticos” de la gente y así podría convertirse en un atractivo destino el sitio en el que fue ultimado Osama Bin Laden o Pablo Escobar, hoy de moda merced a la excelente serie protagonizada por su alter ego Andres Parra, o los que fueron sus diversos escondites o los sitios de sus atentados, ¿quién lo puede saber…?

Es un error tratar de pensar cómo será  el futuro, ya que lo reitero, el futuro depende de uno y más importante es pensar el presente, especialmente en la Argentina. En todo caso tendríamos que pensar como quisiéramos ser mañana.

Lo que hacemos o hemos dejado de hacer hoy ya nos está anticipando la calidad del futuro que construiremos, porque además nos guste o no el presente es un condicionamiento, para bien o para mal.

En esta materia del turismo y desde una visión local  regional, deberíamos elaborar una agenda de trabajo para desarrollar el mercado existente y crear nuevos mercados, o mejor dicho destinos turísticos, es decir para mejorar y ampliar la oferta regional.

Es razonable pensar que Asia-Pacífico se podría convertir en “fábrica de turistas”,  y suponer que para dentro de poco más de quince años generará una oferta de más de quinientos millones de turistas en la búsqueda de diferentes destinos.

Este es un dato meramente cuantitativo, la cuestión del “futuro” que depende de decisiones personales, es cómo captar la mayor cantidad posible de esa oferta, o aunque parezca un “oxímoron”, qué debemos ofrecer a esa oferta de viajeros.

Obvio, la decisión que se tome tendrá su riesgo porque sería imposible pensar en la aparición de algún “cisne negro”, y si tratamos de prever su aparición sorpresiva,  jamás acertaríamos en cuál sería la rareza y cuando sucedería.

Para terminar, es cierto que el avance tecnológico influirá en las prácticas actuales, como que las exigencias de calidad de la gente irán en aumento, que tendremos nuevos hábitos de consumo de productos turísticos, en una palabra tendremos “nuevos sabores turísticos”. Pero esto ocurre desde que el hombre es hombre y desde que comenzó a viajar por el mundo, allá lejos y hace mucho tiempo….

El futuro no es un tema de ahora, fue y será tema de siempre, y en definitiva en el 2039 y en el tres mil también el futuro dependerá de cómo lo hagamos, porque no nos olvidemos, la humanidad no será eterna…y quizás en algún momento el turismo será interplanetario…

Portal de América

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