por Eliseo Sequeira, desde Montevideo, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

El tema de la obligatoriedad de las vacunas tiene larga data. Uruguay tiene un esquema de vacunación obligatorio para ocho enfermedades prioritarias (tuberculosis, poliomielitis, difteria, tétanos, tos ferina, sarampión, rubéola y paperas). La vacunación es universal y gratuita. La vacuna contra la gripe es estacional y voluntaria. La vacuna antineumocócica 23 valente se administra a personas de 65 años y más (por única vez) y en situaciones especiales. La vacuna contra fiebre amarilla se administra a viajeros que lo requieran según riesgo epidemiológico. La vacuna antirrábica se administra gratuitamente en los pacientes que tienen indicación post exposición.

Para el caso de la vacuna contra el Covid, el gobierno uruguayo estaría manejando la no obligatoriedad, y en caso de darse la vacuna, la firma de un "consentimiento informado" similar al que se exige para cualquier acto médico invasivo. Este sería el "camino a la uruguaya". Lo que suceda en el resto del mundo, de a poco se irá conociendo. Lo que sí nos resulta claro que ninguna empresa podrá ir sobre la libertad individual más allá de lo que decida el gobierno donde está instalada, so pena de ser acusada por lo menos de discriminación.

Además, en el caso de las vacunas contra el Covid, al haber sido aprobadas "de emergencia" y no haber sido probadas en algunos grupos etáreos ni casos específicos, exigir una vacunación "universal" es imposible, a lo que debemos sumar los casos particulares en que un médico tratante desaconseje su aplicación.

Las personas en su mayoría entienden que recibir la vacuna debe ser una elección personal y no una obligación, basándose en su percepción del riesgo de contraer la enfermedad y afectar a su entorno. Hay quienes afirman que este concepto tiene como debilidad que cuando una persona se contagia, no solo se afecta a si mismo, sino que contagia a otros. Pero entendemos que ello no es cierto, porque quienes estén vacunados teóricamente no se contagiarán, y quienes no lo estén y se contagien, serían concientes del riesgo al que se exponían.

Por qué no creemos en los "pronósticos" respecto al Covid

Porque siempre hemos señalado que los riesgos de infección y propagación del virus son resultado del conjunto de medidas gubernamentales y comportamientos colectivos en cada país y destino. Y lo peor, siempre que había una mejora todos pretendían capitalizarla, y cuando la situación empeoraba, la culpa era de otros. En muy pocos casos escuchamos hablar de "nosotros", tanto al mejorar como empeorar.

La situación es extremadamente cambiante, pero no hay "receta" que valga. Ya explicó la Doctora Carolina Subirá que "La vacuna no será una solución a corto plazo". Pondré dos ejemplos bien dispares.

Israel es el que más ha vacunado al presente, más del 50% de la población ya tiene por lo menos la primer dosis. Y si bien ha mejorado mucho en cuanto a la infección de los ya vacunados, y muchísimo en cuanto a mortalidad, en los últimos 10 días sólo ha logrado reducir en un 20% sus casos activos por millón de habitantes.

Más cerca nuestro, Perú era al 21 de octubre de 2020 el país que registraba el mayor número de muertos por millón de habitantes. Actualmente, está en el 19º lugar, atrás de México (18º), EE.UU. (9º) y 16 países o territorios europeos. ¿Por qué fue así la evolución? No intentaré explicarla, y no creo que nadie pueda hacerlo con un alto porcentaje de seguridad.  

Los "pasaportes sanitarios"

Todos coinciden en que los viajes y el turismo deben reabrir con la menor cantidad de riesgo a la salud de los viajeros y empleados de la actividad. Para ello, lo más efectivo sería establecer criterios uniformes sobre la utilización como pasaportes médicos digitales a las aplicaciones actualmente disponibles para el seguimiento de la enfermedad (coronavirusuy en Uruguay), que necesariamente deberían interconectarse entre si. Y establecer un criterio único, a saber, si está vacunado viaja libremente, y si no está vacunado, se le exige un PCR negativo antes de salir y 7 días de cuarentena al llegar más PCR para liberarlo, o 14 días de cuarentena si no quiere otro PCR, tal como lo hace actualmente Uruguay.

La implementación de las "pasaportes sanitarios" irían en consonancia con la prédica del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC), que exhorta a los gobiernos a abandonar el concepto de “países de alto riesgo” y pasar a aplicar un concepto de “viajeros de alto riesgo”. Esto es volver a darle el derecho al individuo de usar su libertad, y evitar los avances dirigistas de gobiernos y corporaciones de imponer "su verdad". Lógicamente, éstas son propuestas que deberán dirimirse políticamente, pero empleando una altísima dosis de sentido común y la necesidad imperiosa de dejar de lado localismos, egos y cualquier otro elemento que vaya en contra de los derechos de las personas y de las actividades afectadas.

El mundo ya está vacunando, por lo que estas decisiones ya tendrían que haber sido discutidas y deberían estarse implementando. El problema es que el silencio de las respuestas es ensordecedor.

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