por Eliseo Sequeira

Cuando tenía mis responsabilidades dentro de la DNM, una de ellas era realizar los aportes para las leyes de Presupuesto y de Rendición de Cuentas. Cada una de las medidas sugeridas eran acompañadas por fundamentaciones a favor, en contra y escenarios posibles según fuesen aprobadas o no. Para realizar esta tarea, no bastaba con mis conocimientos y experiencia, sino que debía recurrir a la de los directores de área, y en muchas ocasiones, a las de los mandos medios. Además hacer consultas bibliográficas y de hablar con fuentes externas.

Inmediatamente luego del cierre de Pluna preparé uno de estos ejercicios intelectuales, con tres escenarios: favorable, medio y desfavorable. Cabe señalar que en todos los casos, el escenario medio es el más esperado por el autor. Pero hablando con Sergio Herrera, decidimos no publicarlo, no porque no pudiera ser un aporte, sino por entender que el escenario considerado como desfavorable podía enturbiar las aguas. Y lo menos que pretendíamos era hacer eso.

¡Pobres ilusos! Nunca esperamos que la historia la estuviese escribiendo un cuentista sin experiencia.

Pero ante la catarata de acontecimientos, no pude menos que tratar de ver la lógica de los mismos, y de ser posible las "agendas ocultas" que pudiesen haber. Y lo visto, desde mi óptica y mi experiencia, resulta terrible. Involucra tanto al Estado (gobierno y oposiciòn), como a la prensa y particulares.

Las acciones emprendidas no se presentan como planificadas, sino que aparentan más ser producto de una turba, y por tanto desordenadas y sin rumbo.

Como corresponde en un país democrático, se le da a todos la posibilidad de expresarse a través de un micrófono, especialmente si ocupan un puesto de responsabilidad en la sociedad. Luego los medios actúan como caja de resonancia de los dichos. El problema es que normalmente enfatizan en los problemas y se deja poco espacio para las soluciones. Es peor aún cuando se habla como si se supiera de lo que se está hablando, incluyendo la calificación (sea positiva o negativa) de una persona o hecho, y no se tiene la más mínima noción.

Al estar así planteado el escenario, los efectos de las acciones y las palabras tienen los actuales resultados catastróficos, producto de la incapacidad, ignorancia y ambición de quienes las provocan. Y peor aún, al ser imprevisibles, actúan en desmedro de cualquier posible solución pensada.

Es hora de que los que provocaron este caos se hagan a un lado, y que le den las máximas facilidades a quienes puedan recomponer la conectividad perdida. En serio y sin banderías políticas ni apetitos personales. Si no, lo único que puedo avizorar es el título: una victoria pírrica.

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