por Damián Argul, desde Carrasco, Uruguay
El turismo es alegría y por eso, los Agentes de Viajes transmiten este sentimiento.
No es de extrañar entonces que alguien “de afuera” crea que una feria como FITUR, con toda su música y colorido, es una fiesta. Ignoran que alguien “del palo” comience su día en Madrid con un desayuno de trabajo y lo cierre con una cena de negocios, sin tener tiempo durante esos tres días de ir al Corte Inglés o hacerse una escapada a Toledo.
Claro que también tenemos nuestras fiestas, algunas inolvidables:
TORRENOLINOS
Sin duda Saúl Gilvich recuerda de la COTAL de España la fiesta en un hermoso patio andaluz que tenía en el medio una espectacular fuente de Talavera de la que salían chorritos de vino para que te sirvieras a tu antojo.
QUITO
También en una COTAL, la Noche de Hospitalidad consistió que los locales invitaran a sus casas a algunos delegados organizando pequeñas reuniones junto con sus amigos en un ambiente de gran familiaridad tremendamente agradable. Una idea genial que nunca logré repetir en Uruguay.
La COTAL aportaba conjuntos folclóricos que iban recorriendo las distintas residencias.
A mí me toco en la casa del Presidente de Tame con Mac Seliegman de Hertz, Miró Quedada de la DAC peruana y César Irigoyen del Claridge.
DALLAS TEXAS
Entre tantos recuerdos destaco los del Pow Wow* de Dallas, Texas, donde fuimos recibidos maravillosamente bien.
La primera recepción fue en la vecina Fort Worth, ciudad ultra moderna pero orgullosa de su pasado y presente ganadero. En las calles de los Stockyards llenas de restaurantes, bares, “salloons” y clubes nos esperaba una tremenda fiesta, animada con actores que recreaban escenas del Lejano Oeste retrotrayéndonos a las matinées de nuestra infancia.
La segunda noche fue una exquisitez. Ofrecida por los Hoteles Marriott en el Museo de Arte de Dallas, servían de entrada un coctel en el jardín de esculturas, y luego una comida en el salón de arte americano rodeados de obras de Rothko, Pollock, Jasper Johns y otros monstruos, para culminar con un bien servido café en el ala que ocupa la colección Reves entre obras de Rodin, Manet, Cézanne, van Gogh, Paul Gauguin, Monet y Degas, para citar sólo algunos y una exquisita colección de artes decorativas francesas.
Un cuarteto de cuerda interpretando música de cámara completó una velada inolvidable.
La tercera y última fiesta fue descacharrante.
Ofrecida por Alamo Rent a Car te pasaban a buscar por los hoteles en limousines y nos llevaban al estadio de los Cowboys de la NFL. Las limousines entraban al campo de juego mientras los tableros electrónicos te daban la bienvenida y de las tribunas vacías salía una ovación descomunal.
En el medio de la cancha nos esperaba un cortejo encabezado por el Gobernador de Texas, el actor Larry Martin Hagman protagonista de la serie de TV Dallas, luego estaba el Mariscal de Campo de los Cowboys con todo el plantel , y una fila de gente que te daba la bienvenida mientras ibas caminando a un gran palco cerrado.
Ahí había toda una fiesta y dos bandas de música.
Los y las que trabajábamos para Alamo recibíamos un fajo de “Alamo dólares” para con ellos invitar a bailar a las o los delegados y pagarles por pieza, no recuerdo si era tarifa fija o de acuerdo a la oferta y la demanda.
Luego se abrieron ruletas para jugar con esos “dólares”, culminando con un remate de piezas de Tiffany’s de Nueva York que se pagaban con los Alamo Dólares.
Demás está decir que los tres servicios fueron excelentes y abundantes.
Este hacer las cosas a lo grande de los texanos lo explica muy bien el chiste que sigue:
“En una reunión de señoras:
- A mi marido le encanta pilotear su avión.
- Al mío también.
- Y al mío.
- Sí, pero el mío lo hace dentro de nuestro dormitorio.”
Las fiestas que nos ofrecieron deben haber costado mucho dinero, pero también imaginación, saber hacer bien las cosas, agradar a un público de diferentes culturas, y sobre todo un deseo de la gente de dejar bien a su comunidad.
*El Pow Wow – hoy International Pow Wow – voz nativa americana que significa Reunión de Jefes, era el encuentro anual de vendedores de viajes de todo el mundo con la Industria Turística de EE.UU., y se realizaba cada año en una ciudad distinta. Estaba todo meticulosamente organizado para que todos los asistentes sacaran el máximo provecho de esos tres días.
Nota del Redactor: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
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