Memorias de un Agente de Viajes VII: Historia Antigua, La prehistoria
Domingo, 13 Junio 2021 16:48

Memorias de un Agente de Viajes VII: Historia Antigua, La prehistoria

Hubo una época en la  que abrir  una agencia era facilísimo, no requería más trámites que una zapatería o un salón de diarios y revistas. Sólo había que viajar a Buenos Aires, suscribirse a la GATA (Guía Argentina de Tráfico Aéreo) y arreglar con Holdemar Andreoni de Delfino Turismo por los servicios en Buenos Aires.

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por Damián Argul, desde Carrasco, Uruguay

Después de ese viaje de iniciación ya te sentías agente de viajes. Las guías de vuelos internacionales – el ABC y el OAG – te las regalaban, usadas, las línea aéreas. Eran tremendos libros que llegaban mensualmente.  

Vender cabotaje era fácil, al igual que las compañías marítimas, que entonces eran muy populares.

La cosa se complicaba algo con los pasajes de avión. Para poder venderlos había que tramitar con IATA (International Air Transport Association), lo  que además te daba acceso al pago por quincena y boletos con descuento (ad 75) para el personal que estaba en planilla. La IATA pedía una venta anual mínima, lo que hacía valorar más a los buenos vendedores. No existían los bolseros.

Fue durante el año 1973 que el Mayor Alberto  Casabó (Director Nacional de Turismo,  todavía no había MINTUR) llamó a Mario Amestoy, que era Presidente de AUDAVI, para pedir sugerencias para una futura primera  la Ley de Turismo.

Legislando

AUDAVI en seguida se puso a trabajar. Nos reuníamos en la oficina de Amestoy en CYNSA. Recuerdo entre los asistentes a Máximo Brenner, Washington Saadí, Ángel Amelotti, Alfonso Amoroso y al dueño de casa, por supuesto.

Además participaban cuantos socios querían, como Herbert Buencristiano siempre al firme, y otros que lo hacían ocasionalmemte. También se hacían reuniones generales en la propia AUDAVI.

Asimismo recibíamos sugerencias por escrito, y recibimos algunas desopilantes de las que los autores (si estuvieran entre nosotros) seguramente hoy se reirían.

Creo que a cada uno nos hubiese gustado que la ley llevara el nombre de su empresa, pero lo que más interesaba era detener la muy mentada “proliferación de agentes de viajes”.

Yo, como mayorista, no acompañaba esa posición, pero defenderla era luchar contra los molinos de viento.  Por otro lado, pensaba que cuanto más costoso fuera acceder al permiso, más se defendía el valor llave de las empresas.

Finalmente el borrador salió y la ley fue aprobada, siguiendo en general las propuestas de AUDAVI.

Una nota adicional: el mayor Alberto Casabó, que tenía algo de niño travieso, se ufanaba haciendo maldades, se reservó los primeros números de registro para que ninguno obtuviera el N° 1 y sacara pecho de ello como viajes Marsans de España.

Conclusiones

La ley, en cuanto a la ”proliferación”, tal parece no haber servido de mucho.

Claro que los viajeros también han proliferado, y proliferarán cuando termine esta pandemia, pero creo que mucha gente al ver que era tan fácil abrir una agencia, más se animó a hacerlo.  La tentación de los pasajes gratis siempre fue muy grande.

Actualmente, creo que la ley dio demasiadas atribuciones a la DNT burocratizándola. Lo que me gustaría es que estas instituciones turísticas se dediquen por entero al desarrollo del Turismo Receptivo e Interno.

Nota del Redactor: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Portal de América

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