El transbordador espacial Atlantis regresará, pero a un museo
Domingo, 10 Julio 2011 22:22

El último despegue El último despegue

El viernes 8 fue el último lanzamiento de un transbordador estadounidense: fin a 30 años de todo un programa espacial. Parecen épocas muy lejanas cuando veíamos casi maravillados el primer vuelo de un transbordador espacial, el Columbia. Al poco tiempo arrolladores avances tecnológicos dejaron atrás el interés global, aunque primero norteamericano,  por los despegues de esta notable aeronave, cuyo programa comenzó a gestarse en 1972, cuando concluía la etapa de las vistas a la Luna.

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por Ricardo Montenegro, especial para PDA


El primer transbordador que se utilizó sólo como vehículo de prueba y no para vuelos orbitales, fue el Enterprise que operó en  1977.

Cumpliendo la función para la que fueron creados, siguieron el Columbia que se utilizó desde 1981 a 2003 (accidentado al regreso a la atmósfera); luego el Challenger entre 1983 y 1986 (último vuelo al estallar a poco de despegar); el Discovery (1984), Atlantis (1985) y Endeavour (1992) operaron todos hasta este 2011.

Salvo los dos trágicos accidentes, uno al despegue y otro al reingreso a la Tierra, pusieron a los transbordadores en las portadas de la prensa mundial y ahora este, el último. Esos accidentes provocaron la postergación de vuelos por cuatro años en total en estos treinta y en 2004 la administración Bush decidió el camino hacia la paralización total del programa.

Lo curioso es que parte de ese avance tecnológico que opacó a la maravilla del transbordador se debe a sus vuelos.

En efecto, en los 135 lanzamientos se llevaron –además de cargas secretas ordenadas por los servicios de defensa- módulos enteros de la estación espacial Internacional, con laboratorios de máxima tecnología para el estudio de enfermedades; telescopios espaciales que permitieron conocer mejor la mecánica del universo y más de 50 satélites de comunicación y lecturas meteorológicas. Esos satélites de comunicación nos permiten el uso del GPS, ver el mundo desde nuestra computadora, tener telefonía móvil a nivel global y poder comunicarnos desde PDA con ustedes.

Eso es lo paradójico, pero lo cierto es que los planes de la NASA, que lleva invertidos 200.000 millones de dólares en el programa de transbordadores, hizo cuentas y en lugar de gastar 1.500 millones por vuelo para sus próximas necesidades, contrató 46 lugares en vuelos de la nave rusa Soyuz –otra  paradoja- hasta el año 2016, a un costo de 40 millones cada uno. Negocio redondo.

Se espera que en 2016 otra serie de naves que se están desarrollando, permita cubrir las necesidades norteamericanas y otra vez Rusia estará un escalón detrás del ahora amigo que siempre mira con recelo, lo que también es recíproco. La estación espacial se convertirá en un monstruo de 100.000 millones de dólares, a mantener siempre, algo costos cuando se deje de tener la exclusividad.

El turismo espacial ¿el nuevo soporte?

Lo que si se sabe es que eso vuelos serán financiado por empresas privadas, que no sólo atenderán los aspectos científicos de la actividad espacial, como la exploración, alertas de riesgos como meteoritos e investigaciones, sino que además el turismo será uno de los soportes de esa nueva era.

Los vuelos comerciales al espacio o entrando y saliendo de él para un viaje rápido de un punto a otro de la Tierra, no están sólo en la imaginación de los escritores, sino ya en prototipos. Es la apuesta al futuro, que de concretarse abrirá un mercado que seguramente se expandirá.

Quizá el turismo sea en definitiva, el salvavidas de la actividad espacial de Estados Unidos y del mundo; un nuevo modo de integrar el ancestral instinto humano por conocer más y aventurarse a lo desconocido, al más moderno de disfrutar del tiempo libre como mejor a uno le plazca. Aunque, como toda nueva opción turística, sea cara al principio.

Portal de América

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