© DIEGO BATTISTE
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El miércoles me avisaron de que se estaba celebrando una reunión entre Juan Carlos López Mena y el ministro Lorenzo en el restaurante Lindolfo. No estaba el chofer del diario así que tomé un taxi. Las instrucciones de mi jefe fueron que si no me dejaban entrar, hiciera puerta hasta que salieran. No sabía ni donde quedaba el restaurante, al que llegué preguntándole a un cuida coches.
Llegué a Lindolfo con la idea de guardar la cámara en mi bolso y entrar para ver dónde estaban sentados. Entré y no los vi. Se me apersonó una chica a la que le pregunté por López Mena. Seguramente pensando que era un invitado al almuerzo, amablemente me llevó a la parte de atrás del local.
Fue en ese momento que me preguntó si López Mena me estaba esperando. Cuando le dije que no y que era fotógrafo de El Observador ya tenía la cámara fuera del bolso y estaba a unos cinco metros de la única mesa que había en el salón.
Mientras la joven fue a consultarles que yo estaba, disparé las dos primeras dos fotos encuadrando y mirando por el visor, donde aparecen de espalda Lorenzo y su asesor. Cuando la joven les informó, Lorenzo dio media vuelta al tiempo que le pedía en voz baja a la moza que “fotos no, fotos no”.
La moza vino hacia mí y el ministro seguía repitiendo “fotos no, no, no”. Todos los integrantes de la mesa me miraban sorprendidos y fue allí que, con la cámara colgada en el brazo, a la altura de la cintura apunté en dirección de la mesa y disparé.
El resultado se publicó al otro día en la tapa de El Observador.
Portal de América - Artículo publicado en El Observador - www.elobservador.com.uy
