El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero –cuya vida guarde Dios muchos años, como dice un célebre periodista—se reveló como todo un genio en el arte de visitar la potencia asiática y el emirato árabe, y proclamar las intenciones de los fondos soberanos de invertir muchos millones en las cajas de ahorro españolas.
300 millones de Qatar para el saneamiento del sistema financiero español, hasta 9.000 millones que llegarían desde China para el mismo cometido, según filtraba el propio Zapatero, exceso que las propias autoridades del país tuvieron que matizar el día después de hacerse público.
El resultado, casi dos años después, es que ninguno de estos dos países han puesto un solo euro para un sector que cada día que pasa tiene peores perspectivas. De momento, en el terreno turístico español, tampoco se ha concretado ninguna inversión.
China y Qatar ostenta actualmente una privilegiada posición de exceso de capitales gracias a medir su política de medir con sigilo sus inversiones y sortear en lo posible el riesgo. Ambas naciones son activas inversoras, y cuando lo hacen en serio, el anuncio se hace en el momento de materializarse.
Sin embargo, respecto al tipo de proclamas que prevén una llegada inminente de fondos, los interesados tratan de crear una corriente de opinión que proteja la fragilidad de los supuestos acuerdos. “Antipatriotas” era el término que se propagó durante el zapaterismo a quienes criticaban sus delirios.
Algo similar ocurre con Spanair. Los que dudan de que Qatar vaya a entrar en su aerolínea es porque quieren lo peor para Spanair. Y lo cierto es que en la mayoría de los casos lo que ocurre es justo al contrario, que un crítico se arriesga a implicarse por nada más que su deseo de lo mejor para una compañía histórica en España.
Muy pocos pueden celebrar la situación de Spanair, que según decía la Generalitat antes del pasado verano, necesitaría de un socio como más tardar a septiembre. Posteriormente, se dio por descontado que sería antes de Navidad. Ahora se amedrenta a quienes recelan de la veracidad del acuerdo con que “ya veremos en Fitur”.
Para la mayoría de representantes del sector parece muy obvio que ningún inversor se sentiría seducido por entrar en una empresa en la que los políticos desean mantener una posición de control, más aún tras lo vivido con las cajas de ahorro. Ese no es el caso de NH Hoteles.
Portal de América - Fuente: www.preferente.com