por Juan Kratzmaier
Por su inaccesibilidad, el Polo Sur sólo se había atacado sin éxito un par de veces antes, en 1902 y 1908 por Scott y Schakleton.
Esta historia me apasiona y me ha tocado compartirla con diversas audiencias en casi cada viaje que he hecho a la Antártida. Uno de los puntos que mas me atraen de la historia es la ironía de que, generalmente, conozcamos mucho más la epopeya del perdedor que la del vencedor.
El hijo predilecto de la mayor potencia mundial de la época, Robert Falcon Scott, aún nos aparece como el héroe mártir de la búsqueda del Polo Sur cuando, en realidad, si analizamos su preparación es fácil darse cuenta de que el éxito de sus métodos dependía mucho del sacrificio total y de la suerte, que lamentablemente no acompañó en nada a su grupo.
Por otro lado, cuando leemos los diarios de la expedición de Roald Amundsen nos damos cuenta del valor de la experiencia bien entendida. En los ingleses todas son historias de decepciones, sufrimientos y fracasos mientras que los noruegos sólo escriben sobre preparación, adaptación, efectividad y hasta de pasárselo bien. Amundsen había estado, como Scott, largos meses en Antártida previamente, en 1899. También había sido el descubridor del mítico Northwest Passage en el Ártico y había convivido con los Inuits de Groenlandia y Canadá durante años.
Amundsen no especuló con nuevas vestimentas, ni con ponies, ni con tractores, él confió en los métodos probados por centurias por los expertos locales de las zonas polares. Compuso su expedición con esquiadores y navegantes expertos, perros de los buenos y ropa tradicional esquimal. Preparó y equipó su ruta al más mínimo detalle, aligeró sus trineos y se comió a sus perros cuando tocaba. Su bitácora es una historia de aventuras con final feliz… fue, vio y venció.
No es mi intención menospreciar el intento británico pero creo muy importante reivindicar una aventura que, quizás con este centenario, se nos descubra mucho más interesante y modélica que la que hemos escuchado habitualmente hasta ahora.
En estos días vemos como el turismo de expedición bulle en Antártida. Dando una vuelta por Internet conté más de veinte expediciones simultáneas celebrando la conquista del Polo Sur. Grandes exploradores mezclados con turistas aventureros en una loca carrera por llegar al Polo Sur entre el 14 de Diciembre y el 17 de Enero, fechas en las que lo hicieron hace 100 años Amundsen y Scott respectivamente.
Entre todas las expediciones que vi rescato la de los catalanes Bosch y Gel porque vivo y escribo desde Barcelona, la de Ramón Larramendi porque es uno de los grandes exploradores polares, la Scott Amundsen Centenary Race de dos equipos de 3 integrantes militares ingleses que emulan los recorridos originales en una nueva carrera. También cabe mencionar que unos que harán el recorrido con los equipamientos de antaño o aquellos tres que irán en una camioneta espectacular intentando vencer un record de velocidad. Hay para todos los gustos y las podemos seguir en tiempo real desde casa!
El negocio de las expediciones comerciales está en auge, decenas de compañías más o menos experimentadas nos ofrecen acceder a los lugares inaccesibles del globo terráqueo y la Antártida es un ejemplo perfecto de esto.
Por 40,000 dólares podemos aterrizar en el Polo Sur y brindar con champagne y por USD 56,000 podemos convertirnos en expedicionarios polares y caminar los ultimos20, 30 o 100 kilómetros sobre los pasos de los exploradores de antaño, claro que esto no nos dará el derecho a convertirnos ni en mártires ni en héroes inolvidables como Scott y Amundsen.
Como ven, hoy más que hace cien años, la experiencia es lo que vale. Las experiencias son las que rigen la industria del turismo y las que manejan el mercado de hacernos sentir únicos aunque sea por un momento y por un montón de dinero.
Portal de América - Fuente: www.boletin-turistico.com