por  Lluis Mesalles

Como resultado, cada Autonomía ha utilizado sus competencias para crear sus propias normas, un galimatías de leyes y motivaciones que ciertamente hacen la delicia de los miles de funcionarios que de ellas viven. Una estructura que normalmente trabaja con fines de promoción política, en los distintos niveles de organización del gobierno. No es raro tener en una pequeña ciudad por lo menos tres organismos de promoción turística, sea la ciudad polo de atracción turística importante o no lo sea.

Todos sabemos de casos donde hay la oficina de turismo del ayuntamiento, que funciona ciertos días y a ciertas horas, pero que produce sus folletos y sus campañas. Luego nos encontramos con la oficina provincial de turismo, dependiente de la diputación correspondiente, y propiciando otras actividades, emitiendo sus notas de prensa, sus campañas, y usando sus presupuestos para la asistencia a ferias, etc. En tercer lugar, la oficina de turismo de la autonomía, que hace lo mismo, si bien con mas presupuesto y equipamiento. Una triplicidad de estructuras, equipos humanos, locales e instalaciones que colaboran muy poco, que nunca tienen suficiente presupuesto, pero que cuestan muy caros al contribuyente, a la vista de los resultados prácticos que obtienen. Verdaderas máquinas de gastar dinero.

Por encima de ellas, Turespaña planea con unos importantes presupuestos, que se usan a nivel internacional, pero con poco control y efectiva estrategia. Son sonados los casos de las "originales" campañas que ha promovido Turespaña, cambiando cada año de tema y de estrategia. Otro enorme presupuesto, codicia de toda agencia de marketing y publicidad que se precie.

Visto este panorama de la realidad, y cuando nos dicen que tienen que hacerse recortes (ahora se dan cuenta), la idea de promover un Ministerio adicional, un Ministerio de turismo, no me parece de mucho sentido común. Aparte de lo simpático que le pueda parecer la idea a muchos lideres del sector, en la práctica podría solo representar más estructura, más gastos, más funcionarios, y naturalmente más deuda que pagaremos todos, nosotros o nuestros nietos, pobres incautos.

Pienso que lo razonable sería dejar las cosas como están, pero obligando a los diferentes niveles de la administración a ajustarse a lo que tienen. Cuantos de estos organismos han establecido su hoja de ruta, su lista de objetivos?, siempre consensuada con el sector, que es quien verdaderamente sabe lo que necesitamos?.

El sentido común más común nos orientará a todos hacia la eficiencia, la prudencia en el gasto, y una orientación efectiva hacia los resultados, gastando ni una euro más de lo que nos podemos permitir.

Portal de América - Fuente: www.boletin-turistico.com