De todas partes vienen, como dice la canción.

Hay algunos que hasta nos hacen dudar que los conozcamos de toda la vida, porque el estilo de comunicación tan coloquial, seguramente premeditado, así lo representa.

Generalmente, los clientes que les contratan, son poderosas empresas, muchas de ellas multinacionales y por lo que se ve, la facturación es excelente, bien por ellos, que viva su cara.

Después, aparecen inclusive en eventos, como nos ha pasado a nosotros mismos, donde tienen el tupé de contar (porque lo contabilizan), la cantidad de contenidos que han logrado hacer publicar, hasta el valor que ello representaría en caso de haber pagado esa publicidad y la bicoca que les costó a sus clientes esa promoción, por haber tenido la inteligencia de haberlos contratado.

Como generalmente tenemos buena intención y a veces hasta nos creemos que la sabemos lunga, recibimos esos envíos y no pocas veces hasta los hemos publicado.

Claro, inocentemente en algún momento pensamos que cuando nosotros fuésemos a solicitar la contrapartida y pidiésemos la colaboración esta vez a la inversa, que nos presenten al Director de Marketing o que nos recomienden al decisor para vender publicidad...¿justo! Está de viaje, se enfermó, no está en la oficina, etcétera.

Cuando finalmente logramos encontrarlos el lacónico espabilador dice: "nosotros nos encargamos de la comunicación, con la publicidad no tenemos nada que ver, deben dirigirse a...".

Perfecto cazatontos resulta el sistema.

Hay que contar las perdidas también.

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