por  Lluis Mesalles

Al principio, viajar era una opción reservada a los ricos y ociosos, que sin tener obligaciones que atender, se dedicaban a pasear su tedio por los países, y por los lugares donde podían experimentar nuevas  sensaciones visuales, gastronómicas o de otras formas. Solo los potentados podían acudir a los casinos a arruinarse en un entorno de ocio y placer. Estos viajeros nacionales, internacionales o intercontinentales solían usar los servicios de grandes coches privados donde un chofer experimentado transportaba a toda la familia, incluso sus doncellas, mayordomos o cocineras. Viajaban de palacio en palacio siguiendo los consejos del conductor del vehículo, también llamado "gran correo internacional".

Estos viajeros no sabían ni abrir sus maletas, cosa exclusiva de sus doncellas o mayordomos. Mucho menos las cargaban consigo, tarea de los mozos siempre dispuestos en los grandes hoteles. En sus viajes, estos afortunados fueron acumulando experiencias, y llegaron a convertirse en expertos gastrónomos, expertos en protocolo y buenas maneras, y a ser codiciados invitados a los grandes circuitos internacionales. Algunos incluso se transformaron en reconocidos expertos en viajes e incluso algunos llegaron a escribir voluminosas guías con sus experiencias.

Hoy estas cosas están cambiando. Viajar está al alcance de casi todo el mundo, en casi todos los países. Los paquetes vacacionales presentan ofertas atractivas y al alcance de casi todos los bolsillos. Ya nadie puede presumir sino comentando sus viajes a lugares insólitos o remotos, inalcanzables para los turísticamente inexpertos.

En los destinos, muchos aeropuertos ya están eliminando los mozos de equipajes, y permiten que los viajeros saquen sus maletas en los carros desde la cinta de recogida hasta el coche o autobús. En varios de los más importantes, el servicio de taxi ya no es obligatorio, es para casos excepcionales. Hay autobuses públicos, o incluso trenes subterráneos que enlazan el terminal con el centro de la ciudad. Con frecuencia el transporte público es mucho más rápido que el taxi, al no tener que padecer retrasos por atascos en las vías en las horas punta.

Aun queda mucho por hacer, muchas veces con soluciones fáciles y de sentido común. ¿Cuándo se va a eliminar en los aeropuertos la intervención de "mediadores" para conseguir un boleto de ultima hora?. Es incomprensible ver como los maleteros funcionan como agentes de viaje, y como los responsables del mostrador de las aerolíneas solicitan "agradecimientos en efectivo" por hacer lo que debiera ser su trabajo normal. Un asalto a los viajeros incautos.

En la medida que estas cosas se vayan resolviendo, el numero de viajeros se ira ampliando. Somos muchísimos mas los ciudadanos normales, los de a pie, que los excepcionales, con sus baúles y corte de servidores. Todo tiene que seguir mejorando, funcionando con lógica y simplicidad.

Portal de América - Fuente: www.boletin-turistico.com