por Fernando Urrea

Pero tanto los hoteles privados franceses que han optado a la distinción gubernamental han tenido que invertir para conseguir los parámetros exigidos en las bases, como Paradores ha tenido que invertir  en investigación, adecuación de espacios, compra de antigüedades, formación de empleados… con el fin de dotar al establecimiento de otro aliciente añadido, difundir la riqueza histórico-artística española, atraer a más clientes nacionales y extranjeros y dinamizar laboralmente la comarca donde está situado el establecimiento. Lo dijo Miguel Martínez, presidente: “Más cultura, más riqueza, más empleo”.

Lo del hotel-Palacio es una distinción que mejora la imagen de marca del establecimiento privado y de la oferta turística francesa. Lo de parador-Museo es una inversión de una empresa pública que no recibe ni un euro de los Presupuestos Generales del Estado, que se financia con los ingresos de la clientela, que este año entrará otra vez en beneficios y que utiliza financiación y ganancias en conservar y renovar edificios que son del Patrimonio Nacional.

Se trata de poner al servicio del turismo y cerca del turista aspectos de “riqueza histórica, artística y arquitectónica” que pasaba desapercibida. Y esta corriente de grandeza parece compatible con una situación económica muy difícil porque la crisis no durará toda la vida. Y parece compatible con inversiones de cadenas privadas en edificios singulares. A alguna le está yendo muy bien con el modelo convento o palacio.

Toques rentables de distinción. Es que ganará más quien mejor se haya preparado para cuando vuelva la normalidad a los mercados y se compruebe que el visitante no vacacional reclama y se inclina cada día más  por oferta de mayor calidad.

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