por Caio Calfat


La globalización cambió la actividad turística y surgió un nuevo turista, que no es más aquel ser meramente contemplativo, y se volvió intensamente participativo. Cuando un extranjero viene a visitarnos en  Carnaval, por ejemplo, no le basta con mirar,  quiere participar y sentir todas las emociones.

Y también entender los rituales y practicarlos, absorber la música y aprender la danza, no solamente imitar los pasos.

Por eso, los profesionales que trabajan con el turismo están obligados a acompañar de cerca esta nueva realidad y  prepararse para atender a este nuevo turista.

Y El pueblo, en este contexto, sirve como una especie de guía turístico, pues el visitante contemporáneo quiere involucrarse con la localidad y sus habitantes, entender el modo de vida, conocer sus hábitos y  experimentarlos, sentirlos, practicarlos, emocionarse y vivir nuevas experiencias.

Ya sea taxista, vendedor de tienda, vendedor de diarios, pipoqueiro, heladero, vendedor de coco, empleado de farmacia, recepcionista de hotel, mozo, entre otros profesionales, todos  desempeñan la función de guías turísticos.

Para esto es fundamental  estimular la autoestima, el amor por su tierra y sus cosas.

No es la toa que  Bahía enseña a todos los brasileños como hacer turismo, pues el bahiano ya nace orgulloso de sus cosas y de sus artistas, y es un gran anfitrión y cicerone de los turistas que lo visitan. El turismo moderno exitoso  tiene como base la autoestima de su pueblo.

Esta evolución es percibida en todas las vertientes del turismo, como en el ecológico, el gastronómico, el histórico, el arquitectónico, el cultural, el de eventos, el de salud, el de compras, el religioso, el rural, e incluso en los resorts y cruceros, lugares en los que los huéspedes no desean más el confinamiento integral, y si alternar con visitas a los destinos donde llegan los barcos, para vivir sus experiencias y conocer nuevos sitios y personas.

Por esto se vuelve imprescindible seguir estudiando intensamente las características de los destinos, en profundidad, como lo desea el turista; sea en historia, en gastronomía, en las fiestas -religiosas o no-, las artes plásticas,  música o literatura, las bellezas naturales, la arquitectura, la grandiosidad, las compras y fundamentalmente, los servicios y la forma acogedora y profesional en la que los guías turísticos reciben a los turistas y presentan las cosas.

Este es uno de los más serios problemas para el turismo brasileño: la capacitación profesional.

Cuando no se nace en Bahía, que cría a sus habitantes llenos de orgullo por sus cosas y acogedores, es preciso entrenar a los guías, mozos, empleados de tienda, taxistas, vendedores de helados. Es preciso dotar a la población de autoestima y este proceso puede llevar décadas en lograrse.

Nueva York superó un largo período de criminalidad y de problemas urbanos estructurales, con una campaña publicitaria muy exitosa (I Love NY), aliada a una óptima gestión administrativa, que elevó la autoestima de su población y transformó la ciudad en el  segundo destino mas visitado por extranjeros del mundo, precedida solamente por Paris.

Hay destinos turísticos de fama internacional que se formaron en poco tiempo, apoyados en una tipología del turismo adecuada a la época, con gran número de participantes, estructuras urbanas y turísticas compatibles, capacitación profesional eficiente, innovador planeamiento del marketing y por supuesto, autoestima.

Nuestro turismo interno viene aumentando significativamente en los últimos años, pero el externo; es inconcebible que continuemos  recibiendo los mismos cinco millones de turistas extranjeros por año (siendo en buena parte provenientes de países vecinos), a pesar de todo el esfuerzo del Ministerio de Turismo, Embratur, Convention & Visitors Bureau, ADIT Brasil, empresarios del sector turístico y hotelero, además de los operadores, compañías aéreas, organizadores de eventos y redes hoteleras.

Nos queda la esperanza de conquistar un significativo aumento de turistas extranjeros con la exposición que tendremos merced a la Copa del Mundo de 2014 y a  las Olimpíadas de 2016. Con todo, tenemos un largo camino a recorrer, comenzando por apurar y mejorar nuestra infraestructura y autoestima.   


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