A mi entender, el eje de la discusión debe ser la política aerocomercial como un todo, y no el caso de Aerolíneas en particular.

Hoy, el nivel de subdesarrollo del transporte aéreo en la Argentina constituye un obstáculo para el impulso del turismo. Para tener una idea del potencial de ese sector en el país, es necesario recordar que los ingresos por turismo internacional ascienden a 4000 millones de dólares por año (en tanto que los de un país como Australia alcanzan 26.000 millones). El turismo no sólo es un sector estratégico para dinamizar la economía, sino que también es una de las industrias que promueven un mayor cuidado del medio ambiente.

No debemos perder de vista cuál debería ser el verdadero objetivo de un auténtico plan de políticas públicas. Es posible aspirar a un transporte aéreo eficiente, que permita volar a lo largo de todo el país y que impulse vuelos desde y hasta el resto del mundo. Sin duda, es una herramienta clave para promover el turismo y el desarrollo de las economías regionales. Esta visión no es utópica, sino que constituye la norma en cualquier país del mundo con un sector aerocomercial desarrollado. En este contexto, Aerolíneas Argentinas es un jugador más que relevante, especialmente en el mercado doméstico, donde representa el 70% del mercado. Lo primero que debemos hacer entonces es preguntarnos qué rol debería cumplir la empresa dentro de un plan estratégico aerocomercial. Una vez definido ese rol, podemos pasar a preguntarnos cuán bien lo está cumpliendo, y luego determinar las políticas necesarias para llevarlo adelante.

Por empezar, debemos preguntarnos cómo está funcionando Aerolíneas hoy. Sabemos que todos los años se le transfieren subsidios por un monto de aproximadamente 500 millones de dólares. Sin embargo, en los últimos tres años la aerolínea no ha presentado ningún balance. Entonces, ¿cómo podemos determinar de qué forma se están utilizando esos fondos? Sin duda, resulta imperativo avanzar sobre la transparencia.

Mariano Recalde suele decir que ese dinero está destinado a cubrir la pérdida operativa resultante de rutas no rentables; es decir, para realizar vuelos de fomento. Sin embargo, esta afirmación está lejos de la realidad. Los destinos catalogados como de fomento generan una pérdida mínima dentro del déficit operativo de Aerolíneas. De hecho, estimamos que cerca de un 70% del total del subsidio recibido es utilizado para cubrir destinos internacionales, como Roma o Auckland.

En síntesis, las discusiones sobre en manos de quién debe estar Aerolíneas Argentinas son de segundo orden. No obstante, es de suma relevancia sentar las bases sobre el importante papel que juega dentro de un plan estratégico que persiga el desarrollo sostenido. A tal fin, es fundamental que se presente la información necesaria para poder evaluar en qué está usando Aerolíneas el dinero de todos los argentinos.

*El autor es ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad de Buenos Aires

fuente: lanacion.com.ar