por Jaime Amador

¿Acaso el problema es que nuestra industria turística no requiere de profesionales cualificados para atender las demandas cambiantes de esta actividad? ¿O, quizás, estos diplomados (ahora graduados) resulta que han estado varios años en la universidad, pero no han adquirido los conocimientos mínimos?

El mismo diario que publica la noticia entrevista a Concepción García, decana de la Facultad de Comercio y Turismo de la Complutense de Madrid, a quien este fracaso no le pilla por sorpresa. “Nosotros mismos nos dimos cuenta de que había que elevar el nivel”, explica. Y señala que los afectados en su caso son graduados cuya formación impartía un centro adscrito, aunque el título lo expide la Complutense, que es responsable de esta formación. La decana señala que cuando se pasó de diplomatura a grado “nos planteamos que era muy poco ambiciosa porque los titulados acababan de recepcionistas o guías turísticos”. Ahora hay más formación jurídica y empresarial, para formar a directivos.

O sea que hemos estado haciendo perder el dinero y el tiempo a estos chicos con una formación insuficiente para poder trabajar en el turismo. ¿Quién es responsable? Estos chicos tienen ahora un magnífico título enmarcado que pueden colgar de la pared de sus habitaciones, pero están trabajando en cualquier cosa menos en aquello para lo que supuestamente se formaron.

La falta de seriedad en el trabajo está extendida a demasiados niveles en este país. Y las víctimas, como vemos, son las personas que creen que están siendo educados como toca, cuando las empresas buscan otra cosa que las universidades no preparan. Penoso.

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