por Lluis Mesalles

El turismo se ha acostumbrado -a falta de mejores opciones- a ofrecer precios más bajos que cualquier otro. Es frecuente oir comentarios de los viajeros que se sorprenden cuando aprecian que les sale más barato ir de vacaciones en un hotel que quedarse en casa. Eso que antes se daba solo en temporada baja, ahora pareciera que ocurriera casi todo el año.

La lucha por el cliente, no se basa ya en la calidad de las intalaciones o la oferta de servicios. Prima por encima de todo el descuento. Y si no lo hacemos nosotros directamente, lo hacen por nosotros los intermediarios, que no arriesgan casi nada, pero ganan más dinero que el sector tradicional.

Las dos tendencias, calidad, o rebajas, tienen desarrollos sin límites. Cuanto más se mejore la calidad, manteniendo los precios en la línea del mercado, mejor atenderemos a los viajeros, y nos destacaremos de los competidores menos cuidadosos de esos aspectos. No hay límites para la mejora. Cada día podemos descubrir nuevas fórmulas de mejorar la experiencia del cliente. Investigar, preguntar y comparar.

En las rebajas, el límite tampoco existe. Siempre podemos rebajar los precios un poco más. Pero si esto no es el producto de una mejora en nuestra eficiencia y productividad, entraremos en una carrera mortal. Un recorrido empresarial sin retorno, donde la única esperanza es que otros vayan más rápido y sucumban antes que nosotros, aclarando el panorama. El llamado "turicidio".

La vida empresarial es una carrera de sentido común, vocación y resistencia.
Hay que apostar por una opción, calidad o rebajas de los precios.

Portal de América - Fuente: www.boletin-turistico.com