por Álvaro Alcocer

Han sido originales, por ejemplo evadiendo las tres grandes alianzas, y teniendo solo flota de doble pasillo.

En el último año se vieron medidas interesantes, como los acuerdos con EasyJet y con Qantas y, a nivel de rutas, estos días se ha sabido que van a abrir un Milán-Nueva York, lo que supone salir de su ‘hub’ de Dubai, desde donde tienen una enorme parte del mundo a ocho horas de vuelo.

Con la nueva ruta, Emirates ha mandado un mensaje de que su mercado es el mundo, y no solo aquel que tiene parada en el Golfo. Puede ser un ejemplo para otras aerolíneas. Si se dispone de flota, y hay certezas de rentabilidad en un enlace, ¿por qué no abordarlo, aunque se aleje de su epicentro natural?

A otra escala, esto se ha visto en una compañía española, cuando hace un par de años anunció que centraría su expansión en Francia. Ahora IAG se derrite por ella. Pero además de Vueling, otra iniciativa aérea española que está marchando es Volotea, compartiendo el enfoque global, también con sus particularidades, como el nicho de las ciudades secundarias.

Esto se llama innovación en el sector aéreo, y en España se distingue muy claramente a las compañías que no innovan, que acaban convirtiéndose en las más frágiles.

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