por Carlos Velázquez, en http://periodicoviaje.com




Su motivación parte de todos aquellos compromisos que han establecido los políticos mexicanos con el turismo y que principalmente han servido como herramienta electoral o, en el mejor de los casos, para congraciarse temporalmente con quienes se dedican a esta actividad.

Los ejemplos proliferan y nada más para mencionar algunos de los más recientes, allí está el del presidente Vicente Fox, quien ofreció que el turismo sería una “prioridad nacional”; aunque el presupuesto público para este sector se “estacionó” en alrededor de tres mil millones de pesos al año, esto es, menos de 1% del total.

En alguna ocasión en que el autor de este espacio le comentó el tema al entonces Presidente durante una gira por Baja California Sur, el mandatario respondió: “Pero también es prioridad la salud, la educación, la seguridad…”.

El caso más patético de todos ocurrió en la administración de Felipe Calderón quien, para congraciarse con los “turisteros”, dijo que el suyo sería “el sexenio del turismo”.

También aseguró que al final de su administración México podría estar entre los cinco principales receptores internacionales de turismo.

Claro que después envió una iniciativa al Congreso, para desaparecer la Secretaría de Turismo, lo que finalmente no sucedió.

Su secretaria de Turismo, así como los viejos políticos priistas, bromeaban que alguna vez un Presidente de la República dijo que lo cocodrilos volaban y uno de sus colaboradores le respondió: “Sí vuelan, pero bajito”, mantuvo la cifra de que México sería el quinto receptor de turistas internacionales, pero hasta 2018.

Lo que sucederá en realidad es que pronto México saldrá, inexorablemente, de la lista de los diez países más visitados, aunque en el mediano plazo habría una oportunidad para regresar.

La danza de las cifras turísticas de la anterior administración fue de risa, ya que por decir algo el año pasado el número total de turistas internacionales creció un poco más de 2% y muy por debajo del promedio mundial de 3.5%, cuando el equipo de Calderón dijo que lo haría al 15 por ciento.

Así es que este observatorio, administrado por ciudadanos, no sólo debería de servir como una memoria histórica del turismo; sino que por lo menos debería de contribuir o bien a que los políticos realmente se comprometan con un sector para el que México cuenta con ventajas competitivas.

O bien para que no lancen cifras a tontas y a locas.

El problema será encontrar ciudadanos destinados a donar su tiempo para hacer esta tarea y patrocinadores interesados en eventualmente enemistarse con los políticos, para exhibirlos tal como son.

En otras palabras: ¿quién le pone el cascabel al gato?

Acerca del autor
Columnista de negocios en la Sección Dinero del periódico Excélsior, coordinador de la sección dominical de viajes Bon Voyage y conductor del programa de radio Imágenes del Turismo en Grupo Imagen. También fue editor de la Sección de Finanzas y columnista del periódico El Economista, así como responsable de publicaciones especiales de este medio, como ¡A Viajar!

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