por  Damián Argul

El viaje del Presidente Hollande Francia a Alemania, a pocas horas de haber asumido, lo confirma. Posiblemente un hecho sin precedentes.  Al Presidente poco le sirvieron las llamadas telefónicas, el skype o las teleconferencias. Solo le servía el contacto personal. No intentó marcar diferencias con su movedizo antecesor ni le importaron las malas condiciones climáticas.

Esto no es solo aplicable a la llamada “diplomacia viajera” inaugurada por Henry Kissinger hace muchos años. Alcanza con mirar a nuestro alrededor. Todos viajan, el técnico para aprender el funcionamiento de un nuevo aparato, el escritor para el lanzamiento de su libro o el médico para actualizarse. No hablamos de los músicos o los jugadores de fútbol.

Quienes trabajamos en turismo sabemos bien de esto. Nada suplanta al conocimiento personal o la familiarización con un destino. Asistiendo a ferias, actualmente tan discutidas, siempre se logra algo positivo. Algunas veces no en el recinto ferial, pero si en la sala de espera, en vuelo o en el bar del Hotel. ”La diplomacia de los pasillos” como dice el Cr. Enrique Iglesias.

En nuestro artículo “Que no sea por los Viajes” decíamos que estos eran un derecho humano. No queremos afirmar, para no parecer demasiado rimbombantes, que estamos en la Civilización de los Viajes, pero si que estos se están volviendo obligatorios.

Portal de América - Fuente: boletin-turistico.com