La base de esta acción es el decreto 220 del 11 de mayo de 2009, por el que se comenzaría a regular la actividad de los guías como prestadores de servicios de turismo, reconocidos de hecho, precisamente por la Ley de Turismo de diciembre de 1974, identificada con el número 14.335.

La reglamentación de la ley define la actividad como “prestar, con fines de lucro, servicios de orientación, información y realizar la función acompañando al turista”.

Para estar habilitados como tales, los guías deberán inscribirse en el Registro de Operadores Turísticos del MINTURD, acreditando título específico expedido por instituciones públicas o privadas; éstas últimas debidamente habilitadas por la autoridad correspondiente.

Se decidió que todos los guías que “en lugar de la formación académica específica requerida” (en la ley) “acrediten el efectivo desempeño de la actividad... por un plazo no inferior a los dos años” pudieran inscribirse.

Este decreto 220/09 creó a su vez una comisión inter-institucional, que entre otras obligaciones tiene la de establecer los requisitos adicionales exigibles a los citados anteriormente; en ese ámbito, se entendió que lo más apropiado era la instrumentación de talleres de nivelación, cuyo período de inscripción fue entre el 9 al 23 de julio pasado.

Tengamos en cuenta que la ley tiene 38 años y que hay guías con 40 de actividad, muchos de ellos -además de la experiencia adquirida- ya han realizado diversos cursos y/o tienen certificados extendidos por las áreas de cultura o turismo de las intendencias y hasta del propio MINTURD.

De 300 guías registrados en el ministerio, se esperaba que al menos 200 se inscribieran a los talleres, de ahí que se calculara por ese número para la licitación correspondiente, la que fue adjudicada -entre siete empresas- por precio más bajo al Instituto London.

Este instituto cobrará 200.000 dólares (1.000 por guía inscripto), pero el número final estará alrededor de 150.

Debido a los trabajos que cada uno tiene, no podrán concurrir a todas las clases –las que se darán en dos turnos- por lo que no se tendrían en cuenta las faltas.

Mientras se admite esa irregularidad, para aquellos que ofrecen servicios en otro idioma, no se tendrá en cuenta la idoneidad, probada experiencia o haber estudiado en el país de esa lengua, ya que INEFOP –organismo que financia los talleres- considera al idioma como una unidad de estudio.

Dudas y temores

Había temor en el ámbito de los guías de turismo, por la posible inhabilitación a aquellos que no realizaran el curso, pero ello ha sido negado por autoridades de esa área del ministerio.

Pese a ello, en el texto de la reglamentación, se establece que los incumplimientos serán sancionados de acuerdo al Capítulo VII de la ley 14335, qué prevé desde la amonestación a la inhabilitación por un máximo de tres años; por lo que los guías deberán tener la suficiente garantía para que una autoridad decida, en el futuro, cambiar de criterio o de hecho, aplicar la ley.

Otro de los aspectos en zona gris es que los guías –y esto es en general, para los que lo eran y los que estudien en el futuro- luego de cumplir con todos los requisitos que impone la norma, deberán reinscribirse cada cuatro años (?).

Siempre es bueno que quienes realizan cualquier tarea actualicen sus conocimientos, pero –siempre hay uno- en momentos como este, de inestabilidad e incertidumbre, obligar a realizar talleres, para muchos en sitios lejanos a sus lugares de trabajo, no reconocer lo que el propio sector público ha reconocido de hecho por décadas, es un esfuerzo desmesurado para un sector muy importante en el turismo, pero como se ve, todavía subvalorado.

Portal de América - por Ricardo Montenegro