En la primera parte de estas reflexiones, definíamos los aspectos macro de la tarea a encarar de cara a un nuevo período de gobierno en lo que hace al Turismo y al transporte. Vamos a seguir hoy con la primera de las dos actividades, enfocando un tema que para nada sería menor, y tiene que ver con las características de quienes deberían estar al frente de la conducción en la nueva administración. Venimos de tres períodos en los que se ha priorizado la propaganda política, a través de un relato que no resiste la más superficial mirada. El empresariado, la parte medular del esquema de esta actividad que es un negocio con fines de lucro y no una rama de beneficencia, está pasando por uno de los períodos más críticos. En la hotelería y la gastronomía se multiplicaron las quiebras y los cierres, con ello el desempleo. La característica saliente es la baja rentabilidad y por ende, el panorama del futuro inmediato, es poco alentador. En esos rubros, como en los de la operación del turismo interno y receptivo, son inmensa mayoría las pequeñas y medianas empresas, por lo que si bien son más endebles, también es cierto que un proceso de recuperación, si se genera "viento a favor", podría ser más acotado y maleable. Por lo tanto, hecho el diagnóstico, conocida la patología, para la recuperación del "enfermo", no sería aconsejable "echar mano a más de lo mismo", sino, recurrir a profesionales probados, entendidos, insospechados.

 

 

Lo seguramente imprescindible es, que quienes se pongan al frente de la nueva administración del turismo uruguayo, tengan claro que deben optimizar el tiempo de su recuperación, del reciclaje e inclusive, de dar forma a una nueva época.

Para ello, lo que está en la "tapa del libro", es trabajar de modo acelerado (no apurado, que no es lo mismo) en la definición de las grandes líneas.

En esta entrega, ponemos el acento en tres de ellas:

 

El ministerio de Turismo -a nuestro criterio-, necesita una muy completa revisión y correspondiente actualización o puesta al día.

Los tiempos modernos exigen justamente eso, modernidad. Por lo tanto, no se puede seguir sosteniendo una estructura burocrática, llena de expedientes, áreas, cargos reiterados o superpuestos. Por ende se necesita -más temprano que tarde-, reordenamiento sectorial, evaluación del capital humano con notoria prevalencia de técnicos formados y adecuación del organigrama funcional, incluidas algunas instancias de alto nivel (consejo; board; comité).
Determinar o si se quiere, delimitar su funcionamiento, sus principales cometidos, donde deben destacar el de órgano de contralor y el de coordinador con los organismos colaterales y con el resto de dependencias del Estado.
Liderar, gestionar e interactuar con el Parlamento, para la actualización imprescindible de la Ley de Turismo vigente.

 

Su creación debe preceder a la del Instituto de Promoción. Debe coordinar para el cumplimiento de sus cometidos con diversas áreas, por ejemplo Dirección Nacional de Migraciones; Instituto Nacional de Estadística y todos aquellos organismos que tengan relacionamiento directo o indirecto con el ingreso y salida de personas al país. Con el BPS (Banco de Previsión Social) para medir con rigor científico el empleo del sector.

 

Una vez que a través del Observatorio se pueda trazar el mapa que aproxime a la real dimensión de los tres sectores del turismo (Emisivo; Interno o Nacional y Receptivo), se podrán estudiar las grandes líneas de ordenamiento general, con preferencia a promover la llegada de turistas del exterior y ordenar lo interno o nacional. Definición de productos; Temporadas; Calendario Nacional de Eventos. Una vez superada esa etapa, estructurar el Plan Nacional de Promoción y Marketing del Destino Uruguay (¿Natural?), estudiando a fondo, las políticas nacionales para la instrumentación de publicidad y de asistencia a eventos en carácter de expositores.