Desarrollo Territorial
Domingo, 03 Agosto 2014

Desarrollo Territorial
Durante los últimos años me ha tocado trabajar bastante en este concepto. Como concepto, como práctica, como desarrollo local, como clusterización, como sinergia territorial y como varios otros nombres y títulos con los que se ha etiquetado al Desarrollo Local en distintos programas.
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En primer lugar definamos que la verdadera misión de las unidades de desarrollo territorial es proveer de mayores oportunidades a las personas y empresas que conviven en un territorio. Crear externalidades que faciliten el desarrollo, atrayendo empresas, facilitando su nacimiento y crecimiento, impulsando la creación de puestos de trabajo.

En mi experiencia personal este no es un trabajo fácil y por ello abunda más la retórica que los resultados, especialmente en el ámbito local que es dónde se muestran los indicadores definitivos (muchos de los cuales debieran fijarse a mediano y largo plazo).

Para algunos tener una universidad, algunas empresas cerca y una administración con políticos que hablen de innovación,  ya supone tener una triple hélice engrasada como gran palanca de desarrollo. Por desgracia es más complicado. Y aunque añadamos a la población a la hélice generando la cuádruple hélice tendremos más resultados.

Masa crítica de talento

En general, se comparte una obsesión por replicar Silicon Valley en cada esquina, en operaciones (a veces) menos ostentosas pero con el mismo paradigma, sin pensar que lo que hace posible Silicon Valley es una masa crítica de talento emprendedor en un entorno corporativo muy potente, con universidades líderes en el mundo y una concentración de fondos de capital riesgo por metro cuadrado impresionante. Querer copiar esto, querer improvisarlo, es simplemente estar condenado al fracaso quemando en el camino múltiples recursos públicos. Estas políticas de desarrollo territorial basadas en modelos importados no llevan a ninguna parte, son benchmarking patológico. Normalmente surgen de reuniones institucionales.

Si inviertes mucho dinero público, siempre pasa algo, aunque con rendimientos que están por verse y una sostenibilidad muy incierta. Son ecosistemas nacidos artificialmente. Y una cosa vital es que el papel del Estado sea imprescindible en los resultados de los ecosistemas de innovación a través de ayudas a las empresas innovadoras y otra que se pretenda construir ecosistemas de innovación sin contar de entrada con el talento ni con las empresas.

Poco pensamiento autóctono

En las políticas de desarrollo territorial hay demasiada copia, exceso de tópicos importados acríticamente y poco pensamiento propio. Los responsables de políticas territoriales quizás deberían hacer ellos mismos lo que tanto proclaman que deben hacer las empresas: ser innovadores y ser emprendedores. Aplicarse y orientarse a resultados.

La vía no es copiar sino imaginar modelos genuinos. La vía es arriesgarse a pensar por cuenta propia, a articular relaciones entre decisores reales y buscar en caminos inexplorados. Tener consciencia de la dimensión,  buscar actores reales, activos, existentes que puedan pensar en grande y sepan aterrizar propuestas. Poner el acento en el crecimiento.

En la mayoría de territorios el problema no es que no nazcan empresas, el problema es que las que existen no crecen lo suficiente.

Además, uno de los deberes primordiales de este tipo de desarrollo en los territorios, es apostar por modelos que generen puestos de trabajo como base del equilibrio social. Sin innovación no hay competitividad sostenible, pero ya es hora de decir que el gran desafío es aprender a compaginar la innovación con la creación de puestos de trabajo. Las innovaciones de eficiencia que destruyan miles de puesto de trabajo existen y no seremos capaces de frenarlas, pero de ellas no viviremos, necesitamos innovaciones que además de ser útiles para los usuarios lo sean para la sociedad generando puestos de trabajo. Si agregamos a nuestro combo responsabilidad social y empresarial nos irá bien.

Igualmente nos irá bien si nos rompernos la cabeza para que la cantidad de incubadoras públicas que estamos creando tengan al frente el talento necesario (por ejemplo gente que sepa lo que es emprender y arriesgar en primera persona) y sirvan como palanca de crecimiento de empresas y no cómo refugio de emprendedores que aspiran más a subvenciones que a clientes. Estas incubadoras pueden ser buenos instrumentos si ayudan a dar agilidad, proyección, capacidad de gestión a empresas para que puedan crecer.

El camino del desarrollo territorial está en pensar más que en copiar. En optar por la innovación y el emprendimiento aplicado a las propias políticas públicas más que a inercias que no llevan a ninguna parte, que es obvio que no dan resultados. Lo sólido es trabajar con los decisores más que con los intermediarios y entender las lógicas del crecimiento real. Lo correcto es pensar los ecosistemas desde el talento emprendedor más que desde las infraestructuras. Lo importante es trabajar sobre proyectos tangibles más que sobre entelequias adornadas con tópicos.

El desarrollo territorial puede y debe inspirarse en los mejores ecosistemas pero no para hacer políticas de cortar y pegar. El desarrollo territorial debe buscar la diferencia y la autenticidad. Es el único camino sensato y transitados ya varios caminos creemos que lo verdaderamente innovador y emprendedor.

Intentar copiar otros modelos nos parece obsoleto, poco imaginativo y destinado al fracaso.

Lo verdaderamente innovador es pensar y escoger caminos propios.

Portal de América, por Bárbara Gimpel

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