Dicho artículo puso en el tapete un tema que está muy en boga en la actualidad, como consecuencia de la baja que ha experimentado el turismo en varios países de la región, y es el que tiene que ver con la evaluación de la gestión pública del turismo.

En esta oportunidad nos referiremos a las particularidades de dicha evaluación.

La evaluación de la gestión pública del turismo tiene dos niveles de aplicación: uno a nivel estratégico, y otro a nivel operacional.   Cada uno de ellos con propósitos y requisitos que le son propios, como se verá a continuación.

EVALUACIÓN A NIVEL ESTRATÉGICO

La evaluación a nivel estratégico de la gestión pública tiene como propósito verificar en qué medida los resultados obtenidos por el organismo nacional de turismo en la conducción del sector, contribuyen al logro de los objetivos a largo plazo planteados en el plan estratégico de desarrollo de la actividad, tanto en lo económico como en lo social.   Objetivos que, por otra parte, tienen que ser congruentes con los objetivos hacia los cuales apunta el Plan Nacional de Desarrollo del país.   Plan que marca las pautas a las cuales deben ajustarse todos los sectores y, por supuesto, el sector turismo.

Para poder evaluar la gestión pública del turismo a este nivel por tanto, se requiere contar con un plan estratégico nacional de turismo que cuente con objetivos e indicadores mensurables, de tal forma que se puedan valorar los resultados logrados en la conducción del sector, en relación a lo que deberían obtenerse, de acuerdo a los objetivos planteados en el citado plan.

Lógicamente, si no se cuenta con un plan estratégico de desarrollo del sector, o se confunde una simple declaración de intenciones, carentes de objetivos precisos y sin priorizar con un plan estratégico, no es posible evaluar la eficacia del organismo nacional de turismo en la conducción del sector.

EVALUACIÓN A NIVEL OPERACIONAL

En lo que respecta a la evaluación de la gestión pública del turismo a nivel operacional, debe decirse que la misma consiste en comparar los resultados obtenidos en las acciones llevadas a cabo por el organismo nacional de turismo en la conducción de la actividad, con los que deberían obtenerse de acuerdos a los objetivos y metas planteadas en el plan nacional de turismo de ejecución anual.

Por lo que dicho plan tiene que tener objetivos claros (los cuales por tratarse de objetivos de gestión deben ser mensurables), contar con una estrategia definida, y la descripción de las acciones a llevar a cabo, así como con la fijación del tiempo para la obtención de los resultados, y la asignación de responsabilidades por la ejecución de las mismas.

El plan nacional de turismo de ejecución anual constituye el principal instrumento para el control y la evaluación de la eficacia de la gestión llevada a cabo por el organismo nacional de turismo en la conducción del sector.  

Si la conducción del turismo no obedece a los lineamientos de un plan nacional de turismo, la actividad marcharía a la deriva sin rumbo fijo.

El plan nacional de turismo es incluso un requisito en la Ley de Presupuesto de muchos países y su omisión puede  ser observada por el órgano fiscalizador de la cuenta pública, como ya ocurrió en el caso de México en 2008 y que mencionáramos en nuestro artículo “Gestión Nacional de Turismo VIII; Control de Gestión Nacional de Turismo”, publicado en este sitio el 10 de mayo de 2010.

Finalmente debe decirse que sin una Ley de Turismo que precise las funciones que debe cumplir el organismo nacional de turismo en la conducción del sector, no es posible pensar en una gestión exitosa al frente de la actividad.  

Esta ley no puede ser elaborada al término de un periodo gubernamental, sino al inicio de dicho periodo. Por lo que la evaluación de la situación del turismo es cometido ya de la nueva administración entrante.


Portal de América - Artículo del Consejero Editorial del PDA, Miguel Ángel Acerenza.