Situada en el noreste de Francia, Lens (Pas de Calais) es una ciudad de economía deprimida   a partir de 1960, cuando comenzó el declive de la extracción de carbón, actividad que cesó en 1990 afectando a la minería y actividades afines.

En diciembre del 2012,  el presidente François Hollande inauguró el Museo Louvre-Lens, un proyecto que comenzó a gestarse en el año 2000 con la finalidad de descentralizar el gran museo parisino, poseedor de un gigantesco acervo artístico.

En 2004 el sector público privado de Lens logra que la ciudad sea designada para acoger esta sección del Louvre, cuya realización es confiada a los arquitectos   japoneses Sanaa, Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa.

El edifico amplio y luminoso fué erigido en el terreno de  una antigua mina, significando la revalorización de un espacio degradado.

El Louvre-Lens no tiene una colección propia, pero rotará obras cedidas en distintos plazos que van hasta los cinco años, exhibiendo cuadros de la importancia de “La Libertad conduciendo al pueblo” de Delacroix.

Durante los primeros meses se  exhibieron obras maestras del Renacimiento: Leonardo, Miguel Ángel y Tiziano entre otros. Luego siguió una gran muestra de Rubens, que aprovechando la cercanía del Museo con Bélgica, atrajo 128 mil visitantes.

De los 740 mil visitantes hasta el momento, el 20% son extranjeros de distintas nacionalidades. Entre ellos los japoneses ocupan un sorpresivo  quinto puesto, sin duda atraídos por el edificio diseñado por sus compatriotas.

La apuesta es tanto turística como cultural. Un gran porcentaje de los visitantes nunca habían visitado un museo, también hay una gran concurrencia de familias, para las que se han habilitado horario especiales y grupos escolares provenientes de distintos rincones de Francia y del exterior.

El Louvre-Lens cuenta con el increíble apoyo del Gran Louvre, pero no se ha dejado nada al azar, desde el calendario de exposiciones temporales, horarios apropiados, comodidad en los estacionamientos, hasta la conectividad con París y otras ciudades.

Es bueno recordar que son muchos los museos de nuestra región, que guardan en sus depósitos grandes obras que posiblemente jamás se exhibirán al público. También sabemos que la colección del Louvre es excepcional, pero lo nuestro es muy bueno y la museística de hoy, permite crear reales atractivos, a partir de los elementos que se disponen.

Todo está en la voluntad  de hacerlo, contando con los especialistas adecuados, que por acá no faltan.

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