En Uruguay, las estadísticas que maneja el Ministerio de Turismo han sabido ganarse una aureola de respeto que no es casual a lo largo de los años y sin importar de que color político es la administración que las emite.

El sector que las hace, nos consta, trabaja con preofesionalismo y transparencia.

Pero, así y todo, lo hace procesando la información que le llega a través de encuestas y es ahí donde, al menos para nosotros, está el talón de Aquiles del sistema.

Cada vez que regresamos a Uruguay no se nos pregunta nada, no rellenamos ningún formulario excepto la ficha de migraciones.

Durante el año 2007, se insistía con mucha fuerza afirmando que "el turismo mueve mil millones de dólares al año". Se llegaba a esa cifra sumando unos 600 millones de dólares por divisas generadas por turistas extranjeros ingresados y según estimativos de la cartera, 400 millones de dólares que "movía el turismo interno".

Esa afirmación nos movió a decir que no se podían sumar peras (divisas) con zapallos (turismo interno) y allá por setiembre de ese año, el que desmintió la falacia fue el propio presidente Tabaré Vázquez en aquella recordada jornada de la Plaza Independencia con el Gabinete entero detrás suyo cuando dijo que el turismo había movido 657 millones de dólares.

Cada vez que le preguntamos a un hotelero montevideano cual es la estadía promedio en sus establecimientos la respuesta es invariable; entre dos y tres noches.

Desde hace años, los datos oficiales sitúan esa estadía entre siete y ocho días. En el primer trimestre de 2013 se indica que es de 7,4 días.

Inútil preocupación

Tan reiterada e ínútil como las preguntas/respuestas de cada diciembre de ¿cómo viene la temporada?, son las consultas/declaraciones de las jerarquías ministeriales "después de" y no sólo del verano.

¿Cuál es la novedad de informar que en Semana Santa están o estuvieron llenos los hoteles de las Termas, Colonia e inclusive de Punta del Este?

Y lo que es peor: afirmar por ejemplo que los hoteles de Punta del Este tuvieron una ocupación del 90% sin precisar que las camas ocupadas por ese porcentaje son apenas el 6 o el 7% de la oferta total de camas del principal balneario.

Muchas veces (y el contexto actual es ejemplo contundente de ello), por más que la actividad privada y las autoridades ministeriales hagan todos los esfuerzos a su alcance (como generalmente lo hacen), causas exógenas inmanejables por ellos, hacen añicos todas las previsiones.

En esa situación ¿por qué el ministro de turno tiene que salir a poner la cara?

¿Quién fue que dijo que había que hacerlo?

Llegados a este punto y como remate, recordemos lo que dice José Abó en su artículo Punta del Este: ¿Lujo o moda? "...si queremos cuidar a Punta del Este como marca de lujo debemos seguir las reglas de marketing que se aplican a ellas. Aclaro antes de seguir que la mayoría son contraintuitivas. La primera es que no debe preocupar la cantidad, en este caso de turistas, sino la calidad. A fin de temporada si el ministro nos dice que la cantidad de turistas aumentó un 5, 10 o 15 %, el mismo debería ser interpelado para que explique claramente si no está destruyendo la marca.  En cambio si nos anuncia que la cantidad de turistas bajó un 10 % pero que debido a que la composición ha cambiado y han venido más europeos el gasto medio subió, entonces debería ser aplaudido".

Sigamos reflexionando, tal vez algún día logremos entender a esta actividad.

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