Dice el artículo de Travel Update:

"Los Ministerios de Economía y Turismo de Uruguay, junto con la Dirección General Impositiva -DGI-, vienen diseñando un nuevo mecanismo que sirva de incentivo para los turistas extranjeros que visiten el país, con especial énfasis en los visitantes argentinos. El proyecto consiste en una tarjeta internacional que permitirá rebajar impuestos a las compras y concretar alquileres de temporada a precios reducidos.

El sector privado también ha intervenido en esta iniciativa, ya que observa una cierta disminución en las consultas de argentinos para concretar reservas, como consecuencia del estricto control al cambio de divisas impuesto por las autoridades de ese país, lo cual dificulta la adquisición de moneda extranjera.

Una fuente de la cartera de Economía señaló que recién se ha empezado a diseñar el proyecto, y se tiene pactada una reunión con la DGI para elaborar “un borrador inicial”. En todo caso, adelantó que las tarjetas emitidas tendrán un incentivo tributario, particularmente para los visitantes argentinos".

Es muy loable que las autoridades se preocupen y ocupen en todo lo relacionado a facilitarle a los turistas el gasto en nuestro país. La intención no es novedosa, lo es la forma en si.

Pero tanto o más importante que lo que puedan hacer los turistas una vez llegados a Uruguay, es que quieran llegar y si es así, la forma en que lo pueden hacer.

Esta vez, no están cortados los puentes físicos entre Argentina y Uruguay pero si lo están (y a cal y canto) los fácticos.

La batería de medidas argentinas amenaza con incentivarse aún más y la conectividad aérea está muy malherida.

Se están perdiendo valiosísimos, irrecuperables, días y meses en trabajar ya no solo en la recomposición de la conectividad aérea, sino en el diseño de una política aeronáutica moderna y eficaz, de la cual carecemos desde siempre.

Portal de América