El plan era muy simple: visitar Puerto Pollensa, Formentor y Alcudia y si nos daba el tiempo, ir a las Cuevas del Drach (nos dio el tiempo pero por ser feriado, no estábamos seguros de intentarlo ya que nos advirtieron que seguramente no estaría operando). La ruta hasta el lugar que inspiró el éxito de Marilina Ross nos llevó sin problemas y en menos de una hora estábamos recorriendo su playa. Sinceramente, veníamos impresionados con Sóller y nos encantó este lugar pero...deberíamos haber invertido el orden de visita. Lo que vino luego estuvo movido. Sabíamos que la ida a Cabo Formentor no sería sencilla pero nunca imaginamos que íbamos a -por momentos- preguntarnos "¿quién me mandó...?". Si ya de por sí la ruta montañosa es estrecha y complicada, agregarle que por el festivo pululaban los ciclistas y los buses de excursión, ya era demasiado. Pero lo peor -y esto por desinformados- era que pensábamos que proseguiríamos desde allí a Alcudia, pero no..., ¡dos platos de sopa!, todo el camino a la inversa y dale que sube y baja y rebaje y freno y bueno!!, finalmente llegamos a la paz de la Alcudia para almorzar y tener en este viaje nuestro bautismo con agua del Mediterráneo. Salada, tibia, deliciosa. Valió la pena, eleva el puntaje de Mallorca, son lugares imperdibles.