por Pamela Lundh

En los duty free de Ezeiza y aeroparque, o bien en las primeras cuadras de la Avenida Santa Fe y las últimas de Florida; allí es donde las finas artesanías criollas e indígenas son más visibles. Obviamente, es el sitio para los souvenirs y regalos de turistas, de excelente calidad en muchos casos, y que difícilmente se puedan encontrar en otros lugares. Mantas y caminos jujeños y de la Patagonia, artesanías gauchas en cuero y plata, trabajos en palo santo del Gran Chaco y cestería del Litoral, cualquiera de estos productos, sin embargo, puede conseguirse a un menor precio, sin necesidad de viajar hasta el lugar donde se encuentra el productor.

Y las primeras responsables de ello son las organizaciones de comercio solidarias como Arte y Esperanza, Xilataj o Artesanías Argentinas. Todas se dedican a distribuir el trabajo de los artesanos pero de modo particular, con el acento puesto en fomentar la producción y venta de artesanías, de modo que los artesanos puedan mantener su modo tradicional de vida permitiendo un desarrollo sustentable de comunidades campesinas e indígenas. Además, estos emprendimientos ayudan a que las piezas no pierdan el valor de lo auténtico, como ocurre cuando comienzan a industrializarse.

Y desde el punto de vista del consumidor, los fríos números también otorgan algunas ventajas para estos comercios. Así, una manta tejida en telar como las que produce el grupo Hijas de la Luna se pueden encontrar con precios más amigables que en Hotel de Turismo de Tilcara, donde las producen. Lo mismo ocurre con las típicas tallas en madera de palo santo con incrustaciones que hacen wichís y tobas de Salta, Chaco y Formosa. Pero además, como broche, existe la certeza de que aún pagando un precio final menor, el productor recibió un pago más justo.

Portal de América - Fuente: www.cronista.com