por Sergio Antonio Herrera, desde Punta del Este
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Decir durante una temporada de verano que "han ingresado hasta el momento equis cantidad de turistas", sea la cifra que sea, es mentira.
Decir que se tienen datos alentadores de cara a una temporada equis, es hacer futurología. Si se trata de Semana de Turismo, es además una obviedad, ya que la historia de este perìodo indica que siempre se ocuparán la inmensa mayoría de las habitaciones hoteleras. Eso sí, se debería agregar también que los ocupantes de esas unidades hoteleras serán casi todos residentes y que por lo tanto, no generarán divisas, que es la unidad de medida del éxito o el fracaso de la actividad, mirada desde el Estado, más precisamente desde el Ministerio de Economía y Finanzas.
Uruguay nunca tuvo 4 millones de turistas como sostenía Liliam Kechichian.
Nunca sabremos con exactitud las cifras siquiera aproximadas del ingreso de divisas por turismo.
Mientras durante años se sostuvo que el turismo en Uruguay generaba 110 mil empleos directos (hay quienes desde el Mintur sostenían que eran más), en 2017 el Foro Económico Mundial indicaba que eran poco más de 47 mil.
Germán Cardoso, con total cara de póker, nos dijo a quienes acudimos a una conferencia de prensa en la Liga de Punta del Este durante el verano 2020/2021 que el turismo interno había crecido del 27% (imposible saber quien puede dar datos reales de que ese porcentaje era cierto) a más del 50%, basado en un informe de Interpol que relevó la ocupación de los hoteles abiertos en todo el país en ese momento. A esa información le faltó un complemento nada despreciable: por esas fechas estaban cerrados la mayoría de hoteles de dos estrellas y muchos, muchísimos de tres estrellas. Por la sencilla "razón del artillero", a causa de la pandemia, los uruguayos que habitualmente viajan al exterior, en esa época hacían turismo dentro de fronteras en hotelería de cuatro y cinco estrellas.
Desde que asumió a fines de agosto del año pasado tenemos diálogo directo con el ministro Tabaré Viera y sabemos de su preocupación por encarar todas estas falencias. Ha tomado decisiones que de alguna manera las hemos adelantado y las mismas están transitando (créase o no, aún, por la asfixiante burocracia estatal).
Habrá cambios notorios y método, especialmente en estadísticas y en marketing.
Pero que sepamos, por el momento, no está previsto el cambio radical que requiere la pobre polìtica comunicacional del organismo. Mientras esto no se solucione, sería recomendable que se baje línea a las jerarquías para que guarden mesura.
Es conveniente que reiteremos que nos estamos refiriendo a la polìtica comunicacional y de ninguna manera a quien está a cargo de la función específica, ya que cumple las órdenes que recibe.
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