por Sergio Antonio Herrera, desde Salinas, Uruguay
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Los actuales conductores del turismo y del transporte aéreo internacional, tienen algo en común, ambos colectivos "chocaron" las respectivas actividades.
Los del turismo, le dieron tanto a la matraca, exageraron tanto los datos estadísticos del supuesto éxito (estatales y privados) que como primer resultado, dieron paso a la incontrolable masificación que aparejó la turismofobia.
Los del transporte aéreo, primero generaron la decadencia del servicio integral, se engolosinaron con la tercerización de su capital humano y acto seguido, aparecieron las low cost. Con todo ese mambo, en poco tiempo, el Covid-19 hizo que, salvo sus cuentas bancarias personales, todo lo demás, se fuese a la quiebra.
La extendida ignorancia de ambas actividades, sobremanera en la supuesta comunicación mediática especializada, ejercida en el mundo entero por agencias que tampoco entienden nada de turismo y de transporte aéreo, han "vendido" la idea de que poco menos lo de ambos negocios, se trata de un éxito continuado a rajatabla.
Salvo contadas excepciones entre los toruoperadores, el gran "curro" global es la intermediación y la difusión exagerada de datos inflados arteramente, que de tanto reiterarse en todos los medios del planeta, terminan convirtiéndose en supuestas verdades muy dañinas.
El Covid-19 es el gran desenmascarador del turismo y del negocio aéreo.
¿Adónde están los billones de dólares, euros, pesos o lo que fuere, que han ido ingresando en los millones de cuentas corrientes de las dos industrias?.
De aquí en más
Los gobiernos van a tener que pensar muy seriamente, por su orden, la regulación del negocio aéreo en primer lugar y a punto seguido, el turismo.
Está más que comprobado que el modelo de aerolínea de bandera estaba perimido, mucho antes de la pandemia.
Ahora sabemos que el negocio aéreo "no aguanta nada". Esta crisis demuestra que muchas aerolíneas, en muchos países, al mejor estilo de la era medieval, despiden a capitanes, primeros oficiales, tripulantes de cabina sin determinada aintigüedad, sin indemnización, sin seguro de desempleo, ni nada. "Arréglense como puedan, la crisis nos superó", podría resumirse que es el mensaje final.
Por un lado, hasta hace pocos meses, quienes conducían a las aerolíneas no solamente cobraban salarios millonarios, sino también sus infaltables bonos, eso no lo toca nadie, lo demás, pasa a ser lo de menos. Y por otro lado, si alguien tenía comprado un boleto para el próximo verano europeo, seguramente para no perder el importe pagado, deberá viajar en algunos casos antes del 31 de diciembre próximo, en otro, con plazos más extendidos que seguramente no lleguen hasta el verano del 2021 y quienes tengan la mala suerte de haber comprado su pasaje en una empresa de las que quebrarán, suerte en pila...
Ahora trasciende que buena parte de las flotas están arrendadas, no son propiedad de las aerolíneas.
Aún el mundo no sabe como lidiar con el nuevo Coronavirus, pero IATA ya comunica que no será necesario dejar asientos libres en los aviones, entre pasajero y pasajero...¡Genios!.
Ahora sabemos que de hecho, el seguro de contingencia que nosotros desde 2012 proponemos, en nuestra teoría de AEROLÍNEA NACIONAL DE REFERENCIA, es lo que ya ha aplicado EEUU, Francia, Holanda, van a aplicar Colombia y Chile, y para sorpresas de muchos, nosotros lo anticipamos el 29/4, acaban de anunciar que también lo pide Copa Airlines.
Pero...¿y los gobiernos sueltan esas inmensas sumas de dinero sin nada a cambio?, porque...entendámonos, ni Air France ni KLM por ejemplo son aerolíneas de bandera, son privadas. ¿Entonces qué?, seguirá todo igual, ¿los mismos conductores que chocaron van a seguir conduciendo?, ¿van a seguir con sus abultados salarios y sus bonos, mientras el Estado, o sea, los contribuyentes, entre quienes están sus clientes entre otros, se hacen cargo de los pasivos?
¿Entonces...los gobiernos van a seguir extendiendo certificaciones a empresas que en las primeras de cambio quebrarán y esos mismos gobiernos tendrán que socorrer?
Creemos que ha llegado el momento de aplicar la ANR, que la propiedad y el control sean de los Estados, y que estos diseñen modelos como el que recomendamos, con un CEO a sueldo, con consejos directivos de pocos integrantes pero idóneos (también a sueldo), con la prenisa de priorizar la EFICIENCIA por encima de la rentabilidad. De lo contrario, los certificados de operadores aeronáuticos deberán ser emitidos contra garantías de patrimonios individuales. Salvo que los gobiernos quieran cerrar los ojos y hacer la del avestruz.
Y a todo esto...¿Será tan descabellado pensar en nuestra región en trenes de alta velocidad?...¿que funcionan a subsidio?...sí y...¿las aerolíneas, después de cada crisis como se reactivan...?. Al menos a los trenes rápidos no los afecta la niebla.
Y en el turismo es otro el cantar, más complejo pero a la vez, más fácil de instalar.
Reducción de la cantidad de licencias en los países, a través de mayores exigencias y control de plataformas online por una entidad global, que funcione entre otras cosas, como estricto clearing.
Control estricto (por ahora, ni idea de quien lo ejercería) de los exagerados datos estadísticos de la OMT, Organización Mundial del Turismo, los que son levantados a su vez por los medios y difundidos a lo largo y ancho del planeta y....sí, eso, todo lo que dijimos antes.
Portal de América