"Lo felicito Carlos, su servicio ha sido excelente y lo voy a reflejar en mis crónicas de viaje del PDA", le dije a Carlos Martínez, un chileno residente en San Pablo que nos había prestado un excelente servicio de chofer-guía en un tour de cinco horas por la megalópolis brasileña, en el pasado mes de febrero. "Le agradezco su valoración pero si realmente quedó satisfecho le agradeceré incluya un comentario suyo en TripAdvisor, mencionando a la empresa para la que trabajo" fue su respuesta. En la preparación de una próxima visita a Estados Unidos, le pedí a un amigo agente de viajes uruguayo, me enviara junto al presupuesto los links correspondientes a los hoteles que había seleccionado para mi itinerario. "Estimado: va el presupuesto solicitado y los links de los hoteles. Te mando los de TripAdvisor así podés ver los comentarios de clientes acerca de cada uno", fue su respuesta. Elijo estos dos datos de la realidad que me involucran directamente, para analizar con preocupación la incidencia que mantiene -a pesar del universal desprestigio- TripAdvisor entre los diferentes actores del turismo. Lo primero que hice fue llamar a un amigo, propietario de un conceptuado restaurante de Montevideo y consultarlo en relación al tema. "Mi propuesta tiene puntaje -de acuerdo a la valoración de los clientes- para estar en el Top Ten de la ciudad y sin embargo estoy por allá atrás porque no les contrato publicidad. Si pongo 18 dólares diarios (U$S 558 mensuales) me ponen primero", me respondió.