por Luis Alejandro Rizzi (para bien no podemos, para mal nos esforzamos, decía una de mis tías abuelas, la menos sabia)
Recorrimos la ciudad de Buenos Aires haciendo uso de nuestro “permiso” gestionado en mayo pasado para ejercer el periodismo, para ver como transcurría este primer día de una nueva e inútil cuarentena, que únicamente tendría algún sentido si el gobierno supiera cuándo llegarían vacunas en cantidad suficiente. Por ahora sabemos que la segunda dosis de la “Sputnik” no llegará, y menos sabemos cómo quedamos los que recibimos sólo la primera.
La Argentina del medio hacer
Es obvio que sin vacunas no tiene sentido “encerrarnos nuevamente”, según lo dispone el ilegitimo DNU 334/21 que en su artículo 3 inc. a) ordena la “Suspensión de la presencialidad en las actividades económicas, industriales, comerciales, de servicios, culturales, deportivas, religiosas, educativas, turísticas, recreativas y sociales. Los trabajadores y las trabajadoras deberán realizar sus tareas bajo la modalidad de teletrabajo, cuando ello sea posible. Cuando no fuera posible, los trabajadores y las trabajadoras recibirán una compensación no remunerativa equivalente a su remuneración habitual neta de aportes y contribuciones al sistema de seguridad social…” Este cierre es hasta el 31 de mayo y el 5 y 6 de junio próximo.
Notamos una fuerte disminución de la circulación en los distintos barrios, y si bien vimos que la mayoría de los comercios “no esenciales” tenían sus puertas abiertas, estaban vacíos. Nos detuvimos a conversar con los dueños y personas que los atendían y la respuesta era más o menos la misma, pidiendo reserva de la identidad. “esta vez nos vamos a la mie…”, “no podemos más”, “cómo hago para remontar el endeudamiento”, “debí haber cerrado en marzo del año pasado”, “solo les importa la impunidad de la chorra”.
Los medios de transporte público de superficie virtualmente vacíos, en algunos se podían ver no más de cinco o seis personas a bordo.
Pasamos por lugares tradicionales como el “Florida Garden” o su competencia “Classic”, obviamente vacíos y anunciando el “take away” o “delivery”. Otros bares y restaurantes directamente cerrados. En uno de ellos cuyos dueños son conocidos, nos decía “Nos conviene cerrar, el “take away” o el “delivery” nos generan pérdidas, ni cubrimos los gastos…” resaltaban. En un conocido bar de Núñez, el encargado nos decía más o menos lo mismo, “asi pierdo, pero tengo que abrir…” un entendible oxímoron.
Las estaciones de servicio en general desiertas, y en las únicas que pudimos ver algún auto eran las YPF, quizás por sus programas de beneficios y los de “precarga” del año pasado.
Finalmente pasamos por Aeroparque y si bien no pudimos ingresar, pudimos averiguar que era muy escaso el movimiento de aviones y de pasajeros. Un taxista que esperaba nos dijo “…hace una hora que estoy y nada, solo salieron los tres autos que estaba delante mío”.
Nos fijamos en nuestro celular el programa de vuelos del día, y vimos que había anunciadas seis salidas de Jet Smart, cuatro de Flybondi y 28 de Aerolíneas Argentinas, pero con cuatro cancelaciones.
Luego de 5 horas de circular y haber recorrido unos 60 Km, regresamos a casa con un triste sabor, es el precio de la inutilidad, del prejuicio ideológico y hasta de la mala fe, ya que se pretende hacer pasar por bueno y necesario lo que ya demostró ser altamente perjudicial.
Sabemos que no hay vacunas, por lo menos por “mala praxis”, entonces por qué se cierra nueve días con furia y el resto no sabemos, ¿es el modo de anunciar otra cuarentena eterna?
No sé por qué me vino a la cabeza esta frase de Michael Corleone que podría atribuirse a más de un funcionario: "Cada vez que me enfermo me hago más sabio, cuando muera seré un genio", será porque alguno de ellos ya padeció el Covid, vacunado y todo.
Una ridiculez, decretaron feriado puente el 24 de mayo dado que el 25 es una fiesta patria, con ello creen que disimulan el cierre total de esos nueve días, por ahora, asi nos hacen creer que en verdad el cierre solo será por tres días, desde el 26 al 28 inclusive, un gratuito agravio a nuestra inteligencia.
Lo último, de las personas con las que hablamos muy pocos habían sido vacunados.
Si a partir del 1 de junio o del 11 de junio se volviera a abrir, mi tía abuela se preguntaría “¿Para qué cerraron…?”
En fin…como suele decir Rolando Hanglin, “lástima uno”.
Portal de América