por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Cuando leí la noticia que da cuenta el copete confieso que dudé de mi entendimiento, ya que realmente no podía creer que las agencias de viajes pidieran garantías a las líneas aéreas por eventuales incumplimientos o quiebras (sic).
Con ese criterio, toda actividad comercial debería estar garantizada por alguien ya que el comercio precisamente es riesgo.
Los riesgos no ya en el comercio, sino en la vida, son inevitables.
Lo que podemos hacer es prevenir la existencia de algún riesgo, sea mediante el pago de un seguro, que obvio el precio lo paga el contratante, es decir quién quiere ante un riego probable, o bien asumiéndolo uno mismo. Lo más común son los riesgos por accidentes de tránsito que contratamos quienes tenemos vehículos para uso personal.
Lo cierto que la petición hecha por los Agentes de Viajes me parece absurda.
Precisamente, el Agente de Viajes es quien debe asesorar a sus clientes sobre la solvencia y cumplimiento de las obligaciones de los prestadores de los servicios que ofrece en venta, sean de transporte aéreo, alojamientos en hoteles, alquileres de autos, etc.
Esta petición de garantías por eventuales incumplimientos a las líneas aéreas demuestra una absoluta falta de profesionalismo que genera como se dice vulgarmente vergüenza ajena.
Espero que las líneas aéreas ni siquiera respondan a este improperio propio de un infantilismo prematuro.
Recuerdo que hubo Agencias que ofrecían ventas a precios irrisorios de Air Madrid cuando todos sabíamos que estaba al borde de su quiebra, y hubo gente que fue tentada por esas “pichinchas”. Algunos pudieron ir y regresar, otros quedaron varados en Madrid y otros muchos ni siquiera llegaron a Ezeiza.
Cada vez los hechos me demuestran que las líneas aéreas no solo deben retomar la comercialización de sus servicios y llevar al máximo las ventas directas, sino que además deben ponerle precio a sus ventas indirectas y a la utilización de sus inventarios por los GDS.
Quien quiera vender billetes de tal o cual empresa deberá pagar por tener el derecho de hacer esas ventas, y ese precio es trasladable al pasajero.
El cliente de la Agencia recurre a ese intermediario para recibir asesoramiento sobre el servicio que desea comprar, y sería legítimo que le ofreciera un seguro de garantía por eventuales incumplimientos, a su cargo o a cargo del cliente. Pero pedírselo a su proveedor ya implica dudar de su seriedad, solvencia y calidad, y en ese caso con seguro o sin seguro no debería ofrecer la venta respectiva.
Al cliente le importa recibir el servicio adquirido, no el pago de una suma de dinero por incumplimientos.
Como vemos, la cultura del populismo ha calado muy hondo en Latinoamérica, mientras esta cultura, o mejor dicho “contracultura” tenga vigencia, nuestro destino seguirá siendo incierto.
Portal de América